sábado, 17 de abril de 2010

El tío sin seguro. Parte 30. Un poquito de juventud.

Esta tarde continuó el misterio de “El cagador enmascarado”. Diego sugirió que se hiciera un examen de heces para descubrir al culpable.

Diego me pidió el favor que le descargara canciones de Héctor El Father, Don Omar y demás reggaetoneros. La verdad es un favor que solo consume luz eléctrica.

El Sr. Breto me dijo que me veía demasiado cansado. La verdad puedo dormir 8 horas en ese hospital y para mi cuerpo no representa descanso alguno. Dijo que a mi tía le daba vaina que yo estuviera en ese hospital el vez de estar con mis amigos. A propósito, a media noche cumple años Moralinda y no estaré con ella ni con mis panas en la playa, celebrando la fecha.

Personas como “El junkie” te ponen a pensar sobre si realmente las drogas es un problema de sifrinitos. El caso es que en teoría, esos sifrinitos que prefieren ir a vivir al primer mundo a drogarse y meterse a maricos, es lo mejor que tiene esta nación. O al menos así pensaba Marcos Pérez Jiménez.

Conversé con el Sr. Edmundo sobre un rumor que se corrió con una revista realizada por los médicos el viernes. Según ella, Ismael no puede ser operado. Le pregunté al Sr. Edmundo ¿Si yo hubiera hecho el sacrificio de comprar la prótesis con mi dinero qué hubiera pasado? ¿Me hubiera quedado con la pieza en la mano?

No solo eso, también el sacrificio. Los demás enfermos me ayudan a confrontar a Ismael porque en la madrugada del viernes, en su hora de locura, tumbó la bombona de oxígeno con la cual le nebulizan. El escándalo fue mayúsculo en todo el hospital. Ellos saben que una persona como mi tío no puede estar tanto tiempo en esa situación. Y menos solo.

Ismael le dijo a mi tía que estoy obstinado. Tiene razón, en la madrugada me llamó varias veces y yo no le respondí.

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