Los nuevos personajes también tienen su historia.
Al primero le llamaré “el pata é palo”. Ingresó porque una operación que le realizaron en el Seguro Social en su pierna quedó mal. Aparentemente compró unos clavos que estaban más baratos que su corto y tienen que volverle a intervenir la pierna.
Es el mismo p
ersonaje que describí en el pasado escrito como chavista, aunque tiene un gran sentido del humor. Diego, el Sr. Breto y yo le empezamos a joderle con un anestesiólogo y con un enfermero, que según él mismo nos dijo, es marico, se llama Rubén y tiene su teléfono. Cuando sale de la habitación, porque no está impedido de caminar, le decimos que salió a hacer sebo con alguno de los dos.
Pero el show se lo robó el “junkie”. Es el malandro que tiene sus manos vendadas y un tatuaje en uno de sus hombros. Es acompañado por su novia –adicta a la heroína- su hermana y su madre, quienes dicen que la culpable de todo es la “mujercita esa”.
Durante la noche jodimos a Diego porque no se quería dejar puyar por las enfermeras. Dijimos que lo que quería era que lo puyara Rubén, el enfermero de “pata é palo” o el otro que se parece a Gustavo Aguado –el grandote que me ayudó a limpiar a Ismael- y que le habían visto llorando borracho y despechado en el cafetín esa tarde.
Terminamos echando el chiste de “Er Conde de el Guácharo” de a dónde puede recurrir un hombre a quien le haya caído a coñazos su mujer. En ese mismo momento, el “Junkie” entró con su mujercita al baño. Empezaron a discutir y se echaron uno que otro coñazo. La hermana me dijo que entrara al baño a poner orden, a lo cual respondí que ni loco “¿cómo voy a explicar en la comisaría si me meten un coñazo? Que quién me manda a guevón a meterme en ese peo”.
Esa noche me sentí en medio de un show de “Laura en América”, pero con gente más bonita y más tierrúa. La diferencia es que no me encontraba “en una pollada”.
Lo que más me preocupó es que ellos se enteren que a mi tío le suministramos fenobarbital, el cual es un alucinante. Esta tarde me dijo que vio a unas paraulatas en el medio de la habitación. Capaz y ahora empiezan a robarle las pastillas a mi tío para experimentar con ellas. Si a mí me causó curiosidad, ellos se volverían locos por probarlas.
Prueba de amor
El Sr. Breto habló conmigo esa noche. Me dijo que admira a mi mamá por haber logrado que sus dos hijos fueran profesionales. Dijo que su mamá también le echó un cerro de bolas con sus hijos, pero que él no tiene un título por flojo. “Qué mayor prueba de amor que ustedes tres cuiden a su hermano, que está en ese estado”.
En el fondo creo que Breto dijo todo eso porque quiere algo con Raquel. Ojalá.
Hoy la neumonóloga aprobó la operación. Dice que los pulmones de mi tío aguantarán ¿buena o mala noticia?
miércoles, 14 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario