domingo, 9 de agosto de 2015

La cultura Zen venezolana

La cultura Zen venezolana

Hace unas semanas me dediqué a buscar frases espirituales por Internet. Cabe destacar que desde que leí Siddhartha (El día que escribo esta reflexión es el aniversario de Hermann Hesse), siempre he sentido empatía hacia la visión de las religiones de más allá del medio oriente.

Esas frases las compartía por Whatsapp con gente que extraño, personas que están buscando un cambio por situaciones externas más que internas o que incluso creo que están preparadas para interpretar el bien y el mal más allá de Dios y del diablo, no antes sin agradecer la sabiduría de nuestros libros sagrados.

Un día llegué a la siguiente frase, la cual me causó una enorme depresión al meditar sobre su interpretación a la criolla y por ello dejé de compartir la sabiduría oriental.

“No pienses en el pasado y no proyectes en el futuro. Esto que se te está dando es todo lo que tienes… La existencia es el presente”, Osho.

Vivir el presente y no aprender dos veces la lección es de torpes, y es de humanos. Por vivir el presente Venezuela botó por la basura dos bonanzas petroleras, la primera en los años 70 y la segunda gracias al socialismo del Siglo XXI.

Por vivir el presente, nos aprovechamos que a unos cuantos restos de dinosaurios (o lo que químicamente produzca el petróleo) decidieron podrirse en nuestras tierras millones de años atrás para ser garantía de recursos y seguir pidiendo prestado. Antes el acreedor era el FMI, hoy son los chinos, a quienes no dejamos de pagar deuda para que nos sigan prestando, para que unos pocos “vivan su presente”, mientras la mayoría paga los platos rotos recibiendo más billetes de un país que produce menos bienes. Seguimos pagando a China como Grecia respeta la deuda con Alemania.

Por vivir el presente antes pagábamos 2 mil mensual de mantenimiento de tarjeta de crédito, para que el banco nos aumentara el límite y seguir endeudándonos. Hoy pagamos el equivalente a 10 mil y ganamos lo que sería la mitad de nuestro sueldo en el pasado.

Pero no quería quedarme solo con esa interpretación y le comenté esa visión a una amiga. Ella me corrigió, al explicarme que lo que quieren decir los maestros orientales es que “vivir el presente” es estar consciente del contexto que te tocó vivir, es decir, la realidad que vives y tu capacidad para cambiarla, en lo micro o en lo macro.

Vivir el presente es importante, pero la verdad es que nadie te garantiza que te vas a morir mañana. Vivir el presente lo único que te promete es tener un bonito recuerdo, es decir, vivir del pasado en el futuro, incluso aun siendo joven. Está demostrado que quien come y duerme bien, hace ejercicios y en líneas generales lleva una vida sana, perfectamente puede ser atropellado, morir de un infarto o de un cáncer agresivo antes de los 40, pero lo más probable es que no termine siendo una “curiosidad estadística” y pueda acercarse a la esperanza de vida de nuestro presente, superior a los 80 años.

Por eso “vivir el presente” no significa “hipotecar el futuro”. Pensar en la trascendencia es lo que nos hace superiores espiritualmente, no meternos por la nariz o por las venas los recursos que nos ofrecen nuestros padres, los que a su manera sí supieron comprender su momento en la historia.

“El ser despierto es el que vive el presente con autenticidad”, Buda.

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