domingo, 23 de agosto de 2015

El Antichavista

IV: El Sindicalista

Comienzo este cuarto capítulo con otra percepción personal. Yo lamento no haber buscado pareja “en serio” hace 6 o 9 años. En ese tiempo, cuando uno tenía una cita con una chica, generalmente la chama tenía una carrera e intentaba meterse en un crédito para comprar casa o apartamento, no importa que no quedara en Las Delicias o en San Jacinto, ya que por la prolongación de la avenida Aragua empezaban a construirse urbanizaciones cerradas al mejor estilo de los “suburbios gringos” y cuyos precios en obra gris ameritaban un sacrificio, pero no era algo inalcanzable.

Hoy incluso hasta las chamas de la edad de mi sobrina (18), comentan que el plan es: “Tengo un pana que vende suspiros y cabello de Ángel en Guatemala y están haciendo las lucas”. Pero la mediocridad abarca todos los estratos sociales. Un “Camarada cooperante” –que recientemente abrió los ojos porque lo jodieron con una contratación-, me dijo lo siguiente: “Los chamos de antes querían estudiar o jugar pelota, ahora solo piensan que si en cuidar carros, bachaquear o meterse a malandros para cogerse a una prepago como Rosita”. Esa es una consecuencia del legado: Haber dejado en la Presidencia a un chofer de autobús y sindicalista, un tipo que no inspira, que no es buen ejemplo para nada. Trabajar en este país no vale la pena.

Ese error de percepción lo tuvieron los sindicalistas del país con la izquierda. De hecho no fue un error de percepción sino de cultura. Tarea para quien lea este artículo: Investigue sobre Lech Wałęsa.
No puede definirse como gobierno obrero a uno que coloque a un gafo con fama de reposero en la presidencia –Obviamente no me refiero al célebre expresidente de Polonia-, o que apruebe leyes “a la loca”, que ni la “todopoderosa administración pública” no paga, como horas extra, sábados y domingos triples o respete demás derechos consagrados en instrumentos como la Ley Orgánica del Trabajo o la Lopcymat. Un gobierno es obrero cuando cumple con todo eso y vela por la seguridad del trabajador… PERO EL QUE TRABAJA DE VERDAD.

Y ese es el problema. Las personas con “fuero” sindical (Condición que les impide ser despedidos, trasladados o desmejorados en sus condiciones de trabajo) no trabajan. No es que apoye el “chiché” que el sindicalista es flojo, es que literalmente no trabajan, porque se supone que su labor es recorrer los centros de trabajo para verificar las condiciones del afiliado al sindicato, acompañarlo hasta las instituciones correspondientes a defender sus derechos y… un verguero de vainas que nunca hacen.

La realidad del sindicalista adeco que sobrevivió a la CVT es que hoy calla para seguir robando, y los sindicaleros del gobierno “callan a la gente” para también seguir robando. Incluso durante los días del Paro Petrolero del 2002, el gobierno apoyó el surgimiento de una organización llamada UNT, que básicamente era una CVT chavista. Ante lo difícil que es apoyar a un Estado de izquierda desde la óptica sindical, estos no solo se retiraron del gobierno, sino que hoy en día son mucho más críticos que el “monstro original” que aun manejan los adecos.

También quisiera referirme a los sindicatos de la construcción. Es lamentable que en este país los asesinatos por razones sindicales superan por mucho a los políticos. Ojo, el deber ser es que ninguna de las dos figuras exista. Hoy esos sindicalistas son Pranes, asesinos a sueldo… y todos los demás sinónimos.

También es triste que en Ciudad Guayana, donde sí existe un movimiento sindical “como es”, y están todos arrechos por el fracaso del Estado, son ahora “chivos expiatorios” de los saqueos en San Félix. Es decir, si usted es sindicalista en este país, es usted un flojo, cabrón, inútil, asesino a sueldo o “paga peo”. Y si su entorno es muy corrupto, usted podría ser Presidente.

Ser sindicalista significa confrontar al patrono. Pero ser sindicalista en un gobierno de izquierda, el cual promueve que todos ganen lo mismo, trabajes o no, es como ser un antisemita judío. Es decir, estudie, no sea ignorante.

Pero para finalizar el cuento con el que inicié este capítulo, y lo ladilla que se ha vuelto escuchar las mismas respuestas de las mujeres profesionales con las que uno considera se puede hacer un futuro, todo se resume a lo que escribió la amiga de un amigo en su twitter: “Bogotá: Rock al parque, Valencia: Guaco #Meiriademasiado”. Es decir, mamagüeva ¿Tú cambias a tu patria por un concierto de Rammstein? ¿O es que ya te ladillaste de un país donde hasta hace 3 años vinieron bandas como Green Day, Aerosmith y Nine Inch Nails, y como la “orgía de Cadivi” se acabó, ahora no vale la pena vivir aquí?

Una cosa es que el país esté en una hora menguada y otra cosa es que el mediocre sea uno.

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