A pesar que considero que la mejor película del año fue
Whiplash, siempre quise hablar cobre “The Imitation Game”, conocida como “El
código enigma” en español y les diré por qué.
Siguiendo con mi terca disposición de escribir sobre los “Paradigmas”
–debo hacerlo si quiero aprobar con una nota “seria” mi maestría- mi actual profesor,
quien es educador, psicólogo y trabaja con estadísticas aplicadas a estas dos
ciencias, dijo una frase que “choca” con un mínimo de machismo que pueda tener
cualquier hombre: La mujer es 10 veces más inteligente que el hombre.
Se han escrito muchos artículos sobre los coeficientes
intelectuales. De hecho, recientemente yo escribí uno comparando a Paris Hilton
con el Presidente Maduro, pero leyendo sobre el tema descubrí que Marilyn vos
Savant, mujer de 66 años, logró en una prueba un índice de 228, solo superado
por un matemático australiano de 37 años llamado Terence Tao, con 230.
Tales cifras absurdas, ya que 100 es considerado promedio y
por encima de 120 un genio, no son necesariamente aplicables al éxito
profesional. vos Savant no ganó un Nobel o un Pullitzer, solo culminó sus
estudios de manera rápida y brillante, para luego ser conocida de anciana por
un número: 228. Tao es profesor de UCLA (la de Los Ángeles, no los guarimberos
de San Cristóbal), pero Stephen Hawking, quien ha tenido aportes importantes a
la ciencia, marca apenas 160.
Si en esta lista analizamos a personajes de la historia, las
estimaciones afirman que Goethe –sí, un poeta alemán supongo por la aparente “dificultad”
del idioma- alcanzó 210, seguido de Newton y Voltaire, todos hombres. Es decir,
el deseo de “transcendencia”, “inmortalidad” o “aporte a la humanidad” de un personaje
no depende del “índice” de su materia gris.
Además, la película “El código enigma”, basada en la vida
del científico Alan Turing, demuestra que la inteligencia no tiene nada que ver
con sexo ni sexualidad. Ante la pregunta de si él creía posible que el ser
humano pudiera fabricar una “inteligencia artificial” –siendo él el precursor
de la computación, dijo que el concepto de inteligencia en una máquina es
distinto que el que tenemos los seres humanos. El hecho que seamos alérgicos a
distintas cosas o tengamos distintos gustos -Turing era homosexual- es un
indicador que nuestros cerebros funcionan distinto.
Solo el copeyano Luis Alberto Machado intentó en Venezuela, a
través de la creación de un “Ministerio de la inteligencia” y de una cátedra
llamada “Procesos básicos del pensamiento”, la cual vi en mi vilipendiada
universidad, organizar nuestra manera de resolver los problemas. El propio maestro
José Antonio Abreu le ha dado validez y pertinencia a las ideas de Machado, ya
que ha demostrado que se puede reunir a un grupo de niños sin ningún tipo de
conocimiento de música y ponerlos a tocar en unas semanas.
El punto es que si bien la idea de Machado pudo convertirnos
en la “Suecia” de Sudamérica, también es cierto que la diversidad de
pensamientos da riqueza. Por ejemplo yo tengo dos amigas, una es licenciada en
estadísticas y la otra diseñadora, la segunda es un fenómeno en dominó,
habilidad que la primera no ha podido desarrollar o sencillamente no le
interesa ¿Quién es más inteligente de las dos? No creo que un examen de CI
pueda responder ese enigma.
Yo soy bueno para las estadísticas, para el dominó y también
para el ajedrez. Jugaba en las horas libres con todos mis amigos y llevaba las estadísticas
para saber quién era mi rival más difícil. Resultó ser un chino. Si bien existen
cientos de formas de terminar un juego de ajedrez con menos de 10 movimientos,
el hecho de que el chino –que hoy vive en Shangai y suspira por la belleza
criolla- siempre jugara con las negras y su pieza preferida era el caballo,
desconfiguraba todos mis planes de ataque, pulidos gracias a un amigo
colombiano que conocí cuando estudiaba 8vo y me enseñó cómo atacar y defenderme
en las horas libres.
Las mentes son brillantes, sin importar sexto, gustos o
tendencias. Y cuando se enfrentan dos formas de pensar distintas, tenemos un
verdadero reto. Y una máquina analógica, como Enigma, resultó ser más
inteligente que Touring, lo que dio inicio a la computación.
Y Maduro nunca aprendió a andar en bicicleta ni un segundo
idioma, a pesar de ser canciller por 8 años.
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