Me cuesta escribir sobre fútbol nacional. Primero porque
nací en un estado que, a pesar de ser la cuna del mejor cobrador de tiros
libres de Europa y máxima figura venezolana en la historia de este deporte, su fuerte
es el béisbol, el baloncesto y la natación. También hay un piloto de fórmula 1,
pero ese no es tan bueno. Y segundo, porque no sigo la liga local, así tengamos
un equipo con más de diez años en la primera división y que posee más copas que
el Carabobo.
Rafael Esquivel tampoco era una figura de mi agrado. Sin embargo,
me parecía que este deporte tuvo un gran repunte desde el año 2001 –él fue
presidente de la Federación desde 1989, cuando “Guacharaca” Baena, Pedro Febles
y Carlos Maldonado se dejaban meter 4 a 1 por Chile- y que de seguro también él
tuvo algo que ver en lo bueno. En eso yo prefiero juzgar a la gente por los
resultados y no por comentarios que no me constan.
Pero el caso de este señor era público y notorio, como todo
en este país. Comprendo que el gobierno bolivariano en un principio quiso
sacarlo de la federación, pero al darse cuenta que ni Chávez podía con FIFA,
negoció. Con el Centro del Alto Rendimiento (CAR) –como señala el trabajo de
Jovan Pulgarín publicado en El Estímulo.com-, robó al Ministerio del Deporte, Polar,
Pdvsa y FIFA, todo el mundo lo sabía y nadie hizo nada. La eterna excusa de los
países con alta inflación es “Chamo, subió el dólar y con ello los costos”. A
ese señor le transferían en dólares.
Por supuesto, Esquivel es víctima de la “guerra memética de
sexta generación”. Uno de ellos -me tomé la libertad de publicarlo en redes
sociales- aparece el defenestrado ex presidente de la FVF diciendo “Ay sí,
seguro aquí nadie ha pedido para el fresco”. Señores, vivimos en una sociedad
de cómplices y creo que nadie en este país tiene moral para decirse a ese señor
corrupto, por acción o por omisión.
La contraloría del estado Aragua ofrece algunos cursos a
empresas públicas y por ello tuve la oportunidad de asistir. La promotora del curso
nos comentó que según las reformas en los estatutos legales del país, en
Venezuela no existe la “Notitia críminis”, término jurídico según el cual toda
denuncia que se realice en un medio de comunicación debe ser procesada por la
instancia correspondiente del poder moral. Es decir, si yo hubiera querido
iniciar un proceso contra Esquivel por una información aparecida en prensa,
como por ejemplo que el CAR de Margarita debió terminarse en 2004, me expongo a
una contra demanda civil por parte de la FVF.
Le puse a la expositora un caso más evidente. “Licenciada,
la contraloría queda al frente del Teatro de la Ópera de Maracay. Es decir ¿Si no reciben a un ciudadano que haga la denuncia, ustedes no inician una
averiguación?”. La respuesta fue un contundente “No”.
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