Capítulo 6: Integración latinoamericana: Ni nos parecemos ni nos queremos como hermanitos
Simón Bolívar siempre ha
sido y será el venezolano más universal. Cualquier movimiento político,
intelectual, nacionalista… siempre ha tenido su nombre o su apellido. Pérez
Jiménez lo llamaba “La semana de la patria”, los adecos también nos los
pintaron de todos colores en nuestro diseño educativo, Un Solo Pueblo incluso
afirma en una canción que es “Un segundo Jesucristo” y por supuesto, el
chavismo, además de inventarse una nueva teoría sobre su nacimiento, ya no en
San Mateo sino en Capaya, nos los mostró “Desnudo” al abrir el sarcófago con
sus huesos y transmitirlo en cadena.
Y después algún chavista
critica programas como “Jersey Shore” o “Las Kardashians”. Eso fue un puro acto
de necrofilia.
Pero además de pintarnos un
“Bolívar Negro y asesinado por el imperio” –aunque la autopsia ratificó lo que
ya se sabía sobre su muerte y la medicina de la época- el chavismo se afincó
mucho en la integración latinoamericana, algo en lo cual debemos reconocer que
tuvo éxito.
Un éxito que tal vez no se
traduzca en una sola constitución, una sola moneda y mucho menos un mismo
idioma (Brasil y algunas islas del caribe forman parte del cambalache bolivariano),
pero sí en una solidaridad incondicional
con las barbaridades del régimen. Todo por petróleo barato, no por un ideal.
Solo “Pepe” Mujica fue
capaz de decirle a Maduro que es una vergüenza que existan presos políticos en
el Siglo XXI venezolano. Eso y tímidos llamados para la libertad de Leopoldo
López, formulados por grupos de expresidentes.
Lo cierto es que nuestros
“hermanos” latinoamericanos han aprovechado esta “beca” bolivariana para
acomodar sus economías. Solo Argentina, y en cierta medida Uruguay, tienen
índices de inflación superiores (pero cercanos) al 10%. Chávez, en su mejor
momento, la llegó a tener en 17%. El primer paso para tener una moneda común
es, precisamente, tener índices de inflación bajo. En este momento somos la
“Grecia” de Mercosur.
Caso Peruano
Para querer aplicar el
ideal bolivariano de una gran nación sudamericana hay que tomar en cuenta dos
verdades del tamaño del ego del “Supremo” Hugo Chávez. Primero, que no somos
iguales y segundo que no nos queremos como hermanitos.
Es ridículo pensar que cultural
y “genéticamente”, un venezolano es igual a un peruano o a un argentino. Recordemos
por un momento las elecciones peruanas de 2006, cuando Alan García se enfrentó
a Ollanta Humala. Hugo Chávez, asumiendo que García era el Carlos Andrés Pérez
o el Carlos Ménem (Par de joyitas) de la política peruana, tildó de ladrón a
García en una edición de su programa “Aló Presidente”. Como resultado, la
intención de voto cambió, al punto que Humala perdió las elecciones ¿Por qué?
Si de algo están orgullosos
los peruanos, es de haber sido la cultura precolombina más avanzada de Sudamérica.
Cuando aquí los Timoto-Cuicas apenas desarrollaban un sistema de riego –Dicen
que los aborígenes argentinos eran más retrasados- en Tucumé existieron
pirámides, en algún lugar escondido erigieron Machu Pichu y Cuzco se enfrentaba
con su retrasada tecnología al imperio español.
Para los peruanos, las
declaraciones de Hugo Chávez cayeron como un nuevo intento de colonización, que
les recordó a Pizarro ejecutando a Atahualpa. Entendamos que hoy en día –más allá
del debate histórico-, los peruanos no reconocen a Simón Bolívar como su Libertador.
Dicen que una de las razones es que Venezuela era una Capitanía General,
mientras que Perú se erigía como un Virreinato. Siempre nos han visto como algo
inferior o que no es de ellos.
Humala perdió las
elecciones y en los siguientes comicios cambió la camisa troja por una azul
claro, renegó de Hugo Chávez y hoy es Presidente de Perú, país que no solo no recibe
los beneficios petroleros de Venezuela por no considerarse un país “aliado”, también
muestra un proyecto económico exitoso que se remonta a la era de Fujimori.
Caso Argentino
Pero podemos compararnos
con otra sociedad a la cual nos parecemos, pero en lo pedantes. Si se nos
critica que sentimos a Bolívar como un Dios, los argentinos creen que Dios es
zurdo, gordo, drogadicto y argentino. En el Río de la Plata no hay indios,
porque a finales del siglo XIX culminaron un proceso de exterminio. Por eso
parecen europeos, excepto en su necesidad de sufrir, de buscar víctimas como
Eva Perón y por creer que en el caso de las “Falcan Island” no solo tenían
razón, sino que tenían chance de ganar la guerra a los ingleses.
Y así podemos seguir
encontrando diferencias con nuestros vecinos, incluso con los colombianos,
aunque digan que los centrales de aquí hablamos igualito que los costeños de
allá.
Y a pesar de tanta
solidaridad, yo no he visto que los uruguayos nos estén regalando carne a
precio preferencial para “palear” nuestra crisis, tampoco pollos del Brasil.
Los seguimos pagando igualito con barriles de petróleo, que hoy no valen tanto.
Imponer las ideas de
Bolívar en la Latinoamérica actual, sin poner en una balanza las cosas que nos
unen y nos separan –sobre todo que para colmo nuestras economías no son
complementarias- es tan estúpido como aplicar los “conocimientos” de “El
Capital” de Marx en pleno Siglo XXI.
Por ello es necesario crear
un modelo nacional propio de los venezolanos, no contaminado con el fracaso del
pasado ni con las torpezas del presente.
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