domingo, 3 de mayo de 2015

¿Cómo se arregla este peo?

Capítulo 8 – El lado izquierdo y rojo de las cosas



Si bien la mayoría de mis “reflexiones” o “propuestas” se han concentrado en hacer una “sátira” de la ingenuidad del chavismo sincero y de lo maquiavélico que suele ser el que está en el poder, cualquier construcción de un nuevo modelo de país debe incluir, necesariamente, los puntos de vista de quienes nos abrieron los ojos –en algunos casos, por las malas- sobre el problema social de Venezuela, esos círculos de marginalidad que crecieron alrededor de Caracas y que terminaron por rodearla, al punto que la entrada de nuestra capital (la bajada de Tazón) es literalmente un basurero.

El drama de la Venezuela de hoy no es solo consecuencia de una política comunicacional de Estado, cuyo norte fue promover el odio de clases, también es consecuencia de una oposición que, cuando tuvo los medios de comunicación privados a su disposición, se dedicó a jugar el juego del miedo, la desesperanza y el desprecio al desprotegido.

Y fue el desprotegido al que Hugo Chávez recibió con los brazos abiertos. Les dio Mercal y Pdval, donde compraron comida barata y de calidad, como las carnes uruguayas y los pollos brasileros, aunque algunos se pudrieran producto de la corrupción roja en Puerto Cabello; les dio una educación mediocre, pero con el reconocimiento de la Unesco; les regaló un apartamento, no importa si venía amoblado con Pranes y en el fondo fue un premio a la flojera. Y en una de sus primeras intervenciones como Presidente, dijo que robar no es malo si se tiene hambre, permitiendo a los delincuentes trabajar sin la oposición del sistema de justicia.

En fin, fue el “Supremo” quien les ofreció esperanza. El principal drama de la oposición venezolana –y de un coñazo de gente que votó por Chávez en 2012- es que la han perdido por completo. Esperanza fue lo que le dio Capriles a la oposición, llevándola a niveles de aceptación popular nunca antes vistos en 15 años, y hoy le culpan de todos nuestros males, supuestamente por “haberse dejado robar las elecciones”.

A propósito, el chavismo ya no tiene Mercales ni Pdvales para dar comida, hay un convencimiento que en la UBV solo enseñan política y las “Misiones Vivienda” que se muestran como “recién inauguradas”, son edificios culminados y habitados desde años atrás. Cualquier persona que trabaje en alguna área de la administración pública lo sabe.

Salir de los “Maduros” y los “Cabellos” es el primer paso de valentía que debe dar la sociedad venezolana. Aquí no valen los cuentos de “Es que la oposición también es una mierda” o “En la cuarta república la gente comía perrarina”. Sin embargo, urge la construcción de un modelo político que termine de sepultar a los “Ramos Allup” que quedan en la política. Pensar que lo mejor que le puede pasar a Venezuela es que 15 años después de tanta siembra de odio volvamos a modelos antiguos, con algunos protagonistas del pasado, será alegría de tísico. El chavismo, inevitablemente, volverá a ser gobierno.

Venezuela necesita un modelo económico incluyente, no aquel de la “Democracia” que era muy bueno para solo el 20% de la población, o el actual que garantiza la miseria a todos menos a los enchufados y sus familiares. La construcción de una nueva sociedad que garantice una vida digna y oportunidades al más humilde no solo es responsabilidad del Estado, también de los empresarios, quienes no solo deben cuidar a sus hijos, también de los “hijos de la patria”, porque podrían convertirse en el delincuente del mañana.

La boda roja

Quise titular estos breves párrafos con el nombre del capítulo más recordado de la serie “Game Of Thrones”, para hacer referencia al problema de las cárceles en Venezuela. Hoy en mi ciudad la figura del secuestro de automóviles no asegurados ya está institucionalizada, al punto que si te roban el carro, en la sede de la policía te dan el número de cuenta del Pran de Tocorón responsable del hurto y te garantizan la devolución del vehículo en buen estado.

En cuanto a las rumbas. En el portal La Patilla mostraron el “Salón de Fiestas” de la cárcel de Aragua, también llamada “Discoteca Tokio”, la cual tiene un lujo que jamás ostentó “La Hipotenusa”, “Star Light”, “Baja”, “D´ Barbas”, “Galenos” ni “Oz Club”. También la figura de “la vacuna” a hogares y comercios ya existe no solo en San Vicente, también en el norte de la ciudad, todo con la mirada cómplice de la actual ministra de cárceles y del gobernador, quien dio un particular impulso a la figura del Pran durante sus años como Ministro de Interior y Justicia.

Como dato adicional, los colegios del norte de la ciudad cuentan con seguridad privada debido a que frecuentemente pasar motos tomando fotos de los autos de los representantes. Ningún resentimiento social justifica el secuestro, menos el de un niño.

Todo esto gracias a los “próceres” que prefirieron irse a la playa el día de las elecciones de gobernador, y a los pendejos como el dueño de Tijuana, quienes creyeron que traer a un enchufado a la gobernación, garantizaría negocios multimillonarios en populismo e infraestructura.

Lo peor del problema de las cárceles es que la solución es solo por las malas. Al preso de alta peligrosidad debe sometérsele con el aislamiento, para que no pueda generar terror desde la cárcel. Lamentablemente, “La Isla del Burro” y “Guasina” sirvieron más para políticos que para el hampa, aunque en aquel momento no estaba tan descontrolada.

Decir que el problema de las cárceles se resuelve con educación es una mentira. Es una gran medida preventiva, pero con los niños en situación de riesgo. El asesino con más de 20 víctimas y con un promedio de 20 tiros por deceso, no lo vas a regenerar con “Valores Socialistas” o metiéndolo a “evangélico”. Así algunos Pranes tengan más ética que los políticos, como los de la PGV que salvaron de la quiebra al equipo de Guárico en la Liga Nacional de Baloncesto y a los mismos de Tocorón, quienes impidieron que recluyeran en su recinto al “Gato” y al “Hijo de Baduel” precisamente por ser presos políticos.


Si Chávez se hubiera medido en las elecciones del 98 contra el “Hombre de la etiqueta”, jamás habría sido Presidente.

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