Camatagua / Maracay
Me encontraba de regreso a Maracay, específicamente a la altura de San Sebastián de los Reyes, cuando recibí un mensaje de texto de Raquel (mi mamá). Ismael se cayó, ven rápido porque no podemos cargarlo. Devolví la llamada para conocer la gravedad de la situación y decir que estaría llegando a la ciudad a las 4 de la tarde.
El tío Ismael
Ángel Ismael Montenegro es mi tío por parte de mamá. Durante su niñez se cayó de un caballo en su natal Lezama, ubicado en el estado Guárico, cerca de San José de Guaribe, lo cual le causó una epilepsia. Desde esa edad ha tenido que tomar diariamente distintos medicamentos, el más fuerte de ellos Fenobarbital.
Aprendió a leer, a sumar, andar en bicicleta y si mi memoria no me falla, en una oportunidad le manejó a un lisiado que vive cerca de mi casa. Es adicto al café y al cigarro, le gusta la música ranchera, las películas de Pedro Infante y comer caraotas, que hace poco le fueron prohibidas por sus dificultades para defecar.
Nunca fue una carga tan fuerte como mi tía Elba, quien luego de un triste suceso a los 4 años, contrajo meningitis y literalmente se volvió una loca agresiva. Murió en 1989, mucho antes de cumplir los 40 años de edad.
La ambulancia accidentada y mi amigo el Play Boy
Al llegar a mi casa le trasladamos al Ambulatorio del Norte, centro de salud primaria inaugurado por el pasado gobernador. Dos semanas antes le habíamos llevado allá porque tenía una fiebre a 41 grados, la cual se le quitó con un baño con agua fría.
Nos atendió una enfermera que escuchaba en su celular “System of the down” y una doctora de padres italianos llamada Patricia, cuya bata médica no escondía del todo sus preciosos senos que me mantuvieron mareado toda esa tarde.
Los camilleros, uno de ellos de cumpleaños, le realizaron una radiografía y le colocaron una férula. Otra doctora nos explicó que su fractura era muy grave, requería de operación y que sería trasladado al Hospital Central. Durante mi estadía en el ambulatorio, me conseguí a una amiga periodista y a un compañero de trabajo, este último con un problema de tensión.
La enfermera rokera, la doctora voluptuosa y yo nos montamos en la ambulancia para trasladarlo al hospital. Al bajarlo en la emergencia, mi tío casi se cae de la camilla, lo capturé gracias a mis reflejos felinos, que me permitieron contenerlo a él sin que se cayeran sus placas, que cargaba en las manos.
La emergencia del hospital la encontré remodelada. En agosto pasé una madrugada allí con mi abuela. Ahora había piso de granito, las paredes limpias y un cuadro del Presidente, pero con la misma cantidad de enfermos en los pasillos. Eran las 6 de la tarde del viernes y ya la emergencia estaba colapsada ¿Cómo se les ocurre hablar maravillas de un sistema de salud que tiene la misma cantidad de camas que dejó Marcos Pérez Jiménez? ¿Por 3 ambulatorios y 2 CDI´S nuevos?
De regreso, la doctora se fue adelante con los camilleros y yo me quedé con la enfermera y mi tío en la cabina de la ambulancia. En 5 minutos me comentó que tenía 23 años, era recién graduada y que sí le gustaba el rock. Ellas se bajaron para cambiar el destino de la orden de traslado y yo me quedé con mi tío en la cabina de la ambulancia.
Durante los 20 minutos que esperé la orden me encontré con dos amigos más en el ambulatorio. Cuando fueron a prender la ambulancia, se le había descargado la batería. Tuvimos que bajar a mi tío y prenderla empujada. En el traslado al hospital del Seguro Social me tocó ir con la doctora en la cabina trasera, sin luz ni aire acondicionado. “Les sale racionamiento” dijeron los camilleros.
Patricia me contó que era madre a sus 23 años y vivía con el padre del niño aun sin casarse. Cuando le comenté que soy amigo de Juan Diego, un doctor que es hermano de uno de mis mejores amigos, a esa mujer le brillaron los ojos. Ella afirmó que aparento mucho menos de 29 años. Rato después decidió acomodarse su bata para que pudiera salir de la hipnosis a la cual me había sometido toda la tarde.
El recuerdo de la abuela
Antes del traslado, llamé a cuanto amigo conocía para asegurarle la cama a mi tío, ya que 7 meses antes, mi abuela esperó durante 12 horas en una camilla en el pasillo del SS a que le asignaran una cama en emergencia. Una hora después de ser atendida, murió.
Esa noche a mi tío le colocaron un yeso y afortunadamente había cama en la emergencia del Seguro Social. Raquel se quedó con él esa noche y una tía y yo descansamos. Los traumatólogos nos explicaron que la fractura era delicada y que tuviéramos paciencia, porque podía pasar más de un mes hospitalizado.
martes, 23 de marzo de 2010
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