Finalmente el sexto día me dieron el nombre de la placa para el fémur. La distribuye una sola empresa en Venezuela y su costo son 30 mil de los fuertes. Pero “según” soy pana de Juan Diego, me la dejaron en 16 mil 500. Tuve que llamar a los panas más cercanos para buscar ya no solo los 4 donantes de sangre, sino instituciones que pudieran ayudar a encontrar la pieza.
Esa noche, El jose tenía un rollo armado por una tarjeta de teléfono. Le dijo al pana que se encuentra al lado de mi tío que se la instalara. De alguna u otra manera quería joderlo para que le comprara otra tarjeta. A mi mamá ya le había pedido 2 pañales.
Ese pana también tuvo una mala experiencia. Tuvo que defecar en un pato. Luego pidió la ayuda del enfermero para que le botara los desperdicios y le hicieron el favor de mala gana. Regó toda la mierda en el baño. Mi mamá tuvo que limpiarlo.
Esa noche el gocho dio más detalles sobre su vida. A mediados de los 80 fue policía militar. Comentaba que en más de una ocasión le tocó ir a las discotecas a redadas. Metía presos a las putas, transformistas e incluso a los mismos policías.
El comentario salió al aire porque el chino, en su última noche, comentó que en una oportunidad unos policías le pidieron real, y como no tenía lo iban a matar al lado de una quebrada. Al final le tumbaron 70 mil bolos y le dieron unos coñazos.
El chino se fue al día siguiente. Su madre comentó que no se lo quería llevar a la casa. En una discusión que tuvo con él, le dijo que con sus dolores estaba pagando las que había hecho.
El gocho siguió comentando parte de su historia. Monta cajas de luz de publicidad, entre ellas las de Volkswagen, Fiat y pancartas del PSUV. Toda la familia de mi jefe firmó y por eso le quitaron el contrato nacional de cajas de luz de Banfoandes. El gocho viaja por todo el país realizando ese trabajo.
El nativo de El Vigía y habitante de Caña de Azúcar posee un buen humor que le permite joder al mismo El Jose. “Gocho, echa un cuento pá alegrar la vaina”. “¿Quieres que te eche otro? Ya lo tengo preñado.
En una oportunidad se encontraba en la Casanova Godoy montando una valla. Un señor en un BMW botó dos gallinas muertas con los nombres, al derecho y al revés, de dos personas. Un trabajo de santería. En pocos minutos llegaron unos “Viquingos” e hicieron un sancocho con las aves muertas. Les facilitó agua para que los indigentes las hirvieran en un pote viejo de Vatel.
Dijo que nunca volvería a votar por Isea, Bastidas o la de su municipio. “Son malos todos. Debimos haber votado por Mardo para que Isea se pusiera las pilas y compitieran en obras. Me arrepiento y mi familia también”.
El pueblo no es tonto. Lo que pasa es que a veces olvidamos lo que ocurrió en este país para que llegáramos a donde estamos.
jueves, 25 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario