La pandilla del AFTA celebrando en la cueva del león.
Salí de Maracay ese viernes 30-1-2009 a las 3:00pm. No encontré cola en toda la autopista. Me acompañaron en mi carro 3 chamos, a quien llamaremos “Paivita”, “El Hawaiano” y “El Negro Luis”. A eso de las 5pm ya me encontraba dentro del Estadio Universitario.
La lluvia pospuso por algunas horas nuestro momento de gloria. Recordé la final de la temporada 2005-06, que perdimos con los Leones en 5 juegos, y donde el desfavorable clima decoró el contexto de nuestro pesar. “La lluvia desde hace un tiempo no me trae cosas buenas” pensé.
Al mismo tiempo me explotó una gripe que hasta el día de hoy no se ha ido del todo. Rafael Caldera, quinesiólogo del equipo de Aragua, me regaló unas pastillas que me hicieron sentir mejor, al menos hasta que se cantó Play Ball, a las 10:30pm.
Primer inning. El abridor sorpresa del Caracas, a quien llaman “Bola 8”, lanzó perfecto. El lanzador de los Tigres, a quien llamaré “El Cartelúo” –es norteamericano, pero le encanta esa palabra- también estuvo sin titubeos.
La segunda entrada fue de fiesta. El peor bateador de los Tigres se fue para la calle con 2 en base, y pese a una inmediata reacción de los caraquistas, estábamos arriba 4 por 1.
Pasaban las entradas, pero Aragua no aumentaba la ventaja. Caracas hizo una anotación, pero todavía teníamos el dominio del juego. La agresividad del fanático caraquista poco a poco se apagó, y los 25 mil fanáticos que nos rodeaban –y nos mentaron la madre durante los 4 juegos de la capital- buscaban nuestra amistad o se iban arrechos a sus hogares.
Un ex animador de Venevisión –que estudió conmigo hasta sexto grado-, un actor de RCTV, el Alcalde de Petare y el casi Alcalde de Maracay vieron el juego con nosotros. Un amigo, a quien llamaré “Benarroch”, a manera de broma dice a nuestros amigos que cuando vemos el juego en tribunas lo hacemos para compartir con “El pueblo”. Generalmente observamos los partidos en los palcos de prensa. El día que nos apartamos de la farándula, la farándula fue a nosotros.
En el octavo y noveno, los Tigres hicieron 3 carreras y con un marcador de 7 a 2 ya parecía la suerte “echada”. Benarroch y yo fuimos a la habitación de los “Umpires” para salir corriendo con el resto de la prensa nacional al campo de juego en la última oportunidad ofensiva del Caracas. No podíamos ver un carajo, y los outs no llegaban. Leones hizo dos, y no habían outs. Fuimos a ver el resto del juego en el palco de prensa. Por arte de magia Juan Rincón empezó a lanzar strikes, y justo detrás del home plate –y debajo de la caseta del circuito radial de los Tigres- Benarroch me dijo “Todavía no ha habido un doble play en todo el juego. Rolling por segunda, Maza pisó la almohadilla y lanzó a Giménez para concretar la doble matanza y el tricampeonato.
Luego de un gran abrazo y el grito de “Tricampeones” corrimos al terreno. Estuve a dos metros de la periodista Adriana Flores, cuando fue golpeada por una botella plástica de agua aun con líquido. El caraquista que la lanzó quería herir a Juan Rincón, pero atinó a la cara de la muñequita del canal deportivo.
Junto a los peloteros perriamos a los caraquistas en su casa al momento de recibir el trofeo, la cual nos dejaron sola para nuestro mayor disfrute. La victoria y un ibuprofeno me hicieron olvidar mi malestar, y manejé feliz hasta mi ciudad a la cual llegué pasadas las 4:30am. Nos trajimos el “backing” que utilizó Empresas Polar para proclamar al campeón.
Pasé un rato por la Plaza Bolívar, la Avenida las Delicias, comí una arepa con mis amigos del AFTA y compré el periódico antes de irme a acostar. A las 6:30am me llamaron para ir a Galenos a celebrar con los peloteros, pero mi cuerpo no daba para más.
Esa fue mi aventura en otro de los días más felices de mi vida.
Salí de Maracay ese viernes 30-1-2009 a las 3:00pm. No encontré cola en toda la autopista. Me acompañaron en mi carro 3 chamos, a quien llamaremos “Paivita”, “El Hawaiano” y “El Negro Luis”. A eso de las 5pm ya me encontraba dentro del Estadio Universitario.
La lluvia pospuso por algunas horas nuestro momento de gloria. Recordé la final de la temporada 2005-06, que perdimos con los Leones en 5 juegos, y donde el desfavorable clima decoró el contexto de nuestro pesar. “La lluvia desde hace un tiempo no me trae cosas buenas” pensé.
Al mismo tiempo me explotó una gripe que hasta el día de hoy no se ha ido del todo. Rafael Caldera, quinesiólogo del equipo de Aragua, me regaló unas pastillas que me hicieron sentir mejor, al menos hasta que se cantó Play Ball, a las 10:30pm.
Primer inning. El abridor sorpresa del Caracas, a quien llaman “Bola 8”, lanzó perfecto. El lanzador de los Tigres, a quien llamaré “El Cartelúo” –es norteamericano, pero le encanta esa palabra- también estuvo sin titubeos.
La segunda entrada fue de fiesta. El peor bateador de los Tigres se fue para la calle con 2 en base, y pese a una inmediata reacción de los caraquistas, estábamos arriba 4 por 1.
Pasaban las entradas, pero Aragua no aumentaba la ventaja. Caracas hizo una anotación, pero todavía teníamos el dominio del juego. La agresividad del fanático caraquista poco a poco se apagó, y los 25 mil fanáticos que nos rodeaban –y nos mentaron la madre durante los 4 juegos de la capital- buscaban nuestra amistad o se iban arrechos a sus hogares.
Un ex animador de Venevisión –que estudió conmigo hasta sexto grado-, un actor de RCTV, el Alcalde de Petare y el casi Alcalde de Maracay vieron el juego con nosotros. Un amigo, a quien llamaré “Benarroch”, a manera de broma dice a nuestros amigos que cuando vemos el juego en tribunas lo hacemos para compartir con “El pueblo”. Generalmente observamos los partidos en los palcos de prensa. El día que nos apartamos de la farándula, la farándula fue a nosotros.
En el octavo y noveno, los Tigres hicieron 3 carreras y con un marcador de 7 a 2 ya parecía la suerte “echada”. Benarroch y yo fuimos a la habitación de los “Umpires” para salir corriendo con el resto de la prensa nacional al campo de juego en la última oportunidad ofensiva del Caracas. No podíamos ver un carajo, y los outs no llegaban. Leones hizo dos, y no habían outs. Fuimos a ver el resto del juego en el palco de prensa. Por arte de magia Juan Rincón empezó a lanzar strikes, y justo detrás del home plate –y debajo de la caseta del circuito radial de los Tigres- Benarroch me dijo “Todavía no ha habido un doble play en todo el juego. Rolling por segunda, Maza pisó la almohadilla y lanzó a Giménez para concretar la doble matanza y el tricampeonato.
Luego de un gran abrazo y el grito de “Tricampeones” corrimos al terreno. Estuve a dos metros de la periodista Adriana Flores, cuando fue golpeada por una botella plástica de agua aun con líquido. El caraquista que la lanzó quería herir a Juan Rincón, pero atinó a la cara de la muñequita del canal deportivo.
Junto a los peloteros perriamos a los caraquistas en su casa al momento de recibir el trofeo, la cual nos dejaron sola para nuestro mayor disfrute. La victoria y un ibuprofeno me hicieron olvidar mi malestar, y manejé feliz hasta mi ciudad a la cual llegué pasadas las 4:30am. Nos trajimos el “backing” que utilizó Empresas Polar para proclamar al campeón.
Pasé un rato por la Plaza Bolívar, la Avenida las Delicias, comí una arepa con mis amigos del AFTA y compré el periódico antes de irme a acostar. A las 6:30am me llamaron para ir a Galenos a celebrar con los peloteros, pero mi cuerpo no daba para más.
Esa fue mi aventura en otro de los días más felices de mi vida.
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