21 años después de declararme fanático de los Tigres de Aragua, llegó el gran día. La mañana y la tarde fueron altamente productivas con mi trabajo –me iba de vacaciones ese 6-2-2009- y paralelamente organicé la rumba en casa ajena.
Salí de mi trabajo, me di un baño, expliqué a Raquel como grabar el juego desde la computadora y monté mi “home theather” para llevarlo a casa de Taiba. Llené el tanque de gasolina a precio de un dólar oficial y alguien a quien no quería ver en el que presumía sería uno de los mejores días de mi vida, me saludó en plena calle, justo antes de llegar a San Jacinto.
Del juego comentaré poco. “Apretábamos” cuando empezaba el inning y “aflojábamos” en los comerciales. Fly al centro que controló el refuerzo Selwing Langainge y empezó la celebración. Volvimos mierda esa casa, nos lanzamos cerveza, aparecieron botellas de champagne que nos echamos encima y empezamos a gritar como locos.
Luego que dejamos la casa hecha un asco, nos montamos en nuestros carros, los rayamos con pintura de zapatos con consignas del triunfo, nos robamos un pipote de basura al cual bautizamos “Frank Kremblas” –manager del Caracas- y lo pateamos por toda la avenida Las Delicias. Corrimos por las calles de Maracay con un pendón de “Tigreros Oficiales” gritando a todo pulmón, “El Felino” fue la sensación con sus coreografías de bailes, mi pana Erika se llevó unos disfraces de payasitas que cada quien se colocó en su debido momento y nos ofrecieron coñazo 4 veces en la noche.
Sí, así se celebra un título del Caribe.
domingo, 8 de febrero de 2009
El día que El Caribe fue nuestro
En julio lo vendo.
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