Siempre me gustaron los días lluviosos. La razón es sencilla, baja mucho la temperatura en una ciudad donde siempre ha hecho un calorón del carajo, y son sabrosos para echar un sueño.
Pero estos últimos meses me ha parecido una mierda. Mi ritmo de vida se ha visto afectado en demasía. Hoy llegué al trabajo a las 8 y media de la mañana, luego que me costó una bola pararme una hora antes. La razón, fui a trabajar con Benarroch en el estadio desde las 2pm, dos horas antes del inicio del doble juego dominical ante Bravos de Margarita.
Los dobles juegos son hasta 7 innings, con 20 minutos de receso entre ambos, por lo cual una jornada regularmente es de 5 horas. Un juego de 9 innings tiene una duración de 3 horas promedio.
Ayer domingo, antes que terminara el primer juego, cayó un palo de agua y se suspendió la jornada por horas. Los juegos, que en condiciones normales hubieran terminado a las 9pm, culminaron a 5 para la media noche.
Por ello estoy obstinado de las lluvias. Pensé que las primeras semanas de diciembre dejaría de llover, pero no será así. Los pocos días soleados son sólo breves recesos de este interminable invierno tropical, que tal vez haga feliz a alguien, pero para mi solo significa cansancio.
lunes, 8 de diciembre de 2008
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