Este fin de año decidí declararme un fanático entregado. He ido a casi todos los juegos de los Tigres, sean o no en Maracay, y por eso tengo una que otra anécdota.
La historia que voy a contar es de José Tigre, la mascota “No oficial” del equipo. Este año José, quien cuando se disfraza de ser humano normal es fiscal de tránsito, compró una moto decorada de Tigre, como pueden ver en la gráfica. Cada año incorpora un nuevo implemento a su disfraz, el que más recuerdo fue durante la final ante Caribes de Oriente, que llevó a un caimán bebé al estadio, al cual pintó de amarillo con rayas negras. El reptil actualmente vive en el acuario de Valencia.
El pasado fin de semana fuimos a los juegos Tigres Tiburones en Caracas el sábado y ante Cardenales en Barquisimeto el domingo. Nos trasladamos en autobuses de aeroexpresos ejecutivos, pero llegamos a Maracay del juego del sábado a las 12 y media de la noche. En una discusión con José Tigre, le comenté que era preferible quedarnos bebiendo el resto de la noche y llegar directo al estadio para tomar el bus a Barquisimeto a las 7am.
Yo tenía un rencuentro –gracias al Facebook- con mis ex compañeros de estudios del colegio. Llegué a mi casa a darme un baño, pero al ver mi cama decidí colocar 4 despertadores y “eché un guinde” hasta el día siguiente, mandando a la mierda la cursilería del Internet.
Al día siguiente llegué al estadio a las 7 y media, pero José Tigre no aparecía. Arrancamos a las 8 y media a la ciudad de los crepúsculos, y cuando nos acercábamos al Túnel de la Cabrera nuestro amigo se reportó. Su excusa fue que se quedó bebiendo toda la noche en el Caney Tropical y cuando fue a su casa a darse un baño –a eso de las 6am- se quedó dormido sentado en la poceta. José agarró su moto y sin importar el ratón y lo amarecido, se puso su casco y su traje amarillo con negro y fue con su moto al estado Lara.
Al final del día fuimos al Centro Sambil de Barquisimeto, que como dato curioso tiene forma del instrumento musical Cuatro. Uno de los vigilantes no quería dejarlo pasar con su traje, pero José no le paró ni media bolas y entró a hacer sus compras. No se devolvió esa noche a Maracay, porque según cuenta, se quedó en casa de una admiradora guara.
“Ná Guará”.
La historia que voy a contar es de José Tigre, la mascota “No oficial” del equipo. Este año José, quien cuando se disfraza de ser humano normal es fiscal de tránsito, compró una moto decorada de Tigre, como pueden ver en la gráfica. Cada año incorpora un nuevo implemento a su disfraz, el que más recuerdo fue durante la final ante Caribes de Oriente, que llevó a un caimán bebé al estadio, al cual pintó de amarillo con rayas negras. El reptil actualmente vive en el acuario de Valencia.
El pasado fin de semana fuimos a los juegos Tigres Tiburones en Caracas el sábado y ante Cardenales en Barquisimeto el domingo. Nos trasladamos en autobuses de aeroexpresos ejecutivos, pero llegamos a Maracay del juego del sábado a las 12 y media de la noche. En una discusión con José Tigre, le comenté que era preferible quedarnos bebiendo el resto de la noche y llegar directo al estadio para tomar el bus a Barquisimeto a las 7am.
Yo tenía un rencuentro –gracias al Facebook- con mis ex compañeros de estudios del colegio. Llegué a mi casa a darme un baño, pero al ver mi cama decidí colocar 4 despertadores y “eché un guinde” hasta el día siguiente, mandando a la mierda la cursilería del Internet.
Al día siguiente llegué al estadio a las 7 y media, pero José Tigre no aparecía. Arrancamos a las 8 y media a la ciudad de los crepúsculos, y cuando nos acercábamos al Túnel de la Cabrera nuestro amigo se reportó. Su excusa fue que se quedó bebiendo toda la noche en el Caney Tropical y cuando fue a su casa a darse un baño –a eso de las 6am- se quedó dormido sentado en la poceta. José agarró su moto y sin importar el ratón y lo amarecido, se puso su casco y su traje amarillo con negro y fue con su moto al estado Lara.
Al final del día fuimos al Centro Sambil de Barquisimeto, que como dato curioso tiene forma del instrumento musical Cuatro. Uno de los vigilantes no quería dejarlo pasar con su traje, pero José no le paró ni media bolas y entró a hacer sus compras. No se devolvió esa noche a Maracay, porque según cuenta, se quedó en casa de una admiradora guara.
“Ná Guará”.
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