Este fin de semana estuve con él los tres días, es decir, no me eché uno de descanso como usualmente intento hacer.
Como un paréntesis, “el gocho” se fue de nuevo a su casa, ya que su fecha de operación quedó establecida para el 15 de mayo.
El viernes en la noche nos quedamos puros hombres en el cuarto, por primera vez. Esa noche hablamos de sexo, béisbol, sexo, carros, sexo, videos de presos y sexo.
Sin embargo, para no entrar en detalles de las hazañas de los “Adonis” del cuarto 2 de traumatología, contaré la historia tal vez más fascinante. Resulta que “el junkie” jugó en la Liga Paralela con Magallanes. Cuando le iba a firmar el equipo de Kansas City para las Ligas Menores de los Estados Unidos, se lesionó del brazo de lanzar, el mismo que se escoñetó en una moto con su novia drogadicta.
“Una vez Miguel Cabrera me dio un jonrón cuando estábamos en la paralela. Ese bicho es un diablo”, comentó el lesionado lanzador turco.
“Chamo, esa vaina es verdad, cuando las cosas no son pá uno pasan esas vainas”, me dijo para justificar su triste final como deportista, aunque siguió en el deporte profesional, en la conocida “Liga Bolivariana” o “Chavez League”, en la que participan peloteros que no obtienen contratos en el extranjero.
¿Es loco o es marico?
“El junkie” y su hermana han hecho una bonita amistad con Ismael. Él le saluda con la frase “háblame!” y chocan los puños. Su hermana, la misma que tenia una vaina con el Sr. Breto, le echa broma y Raquel le dice “Ismael, tienes una admiradora ¿Y si te pide que te vayas a vivir con ella?” A lo que responde “¿Y cuál es el problema?”
“Eso, te ganaste el triple gordo... ¿Y dónde vas a vivir con ella? ¿Vas a comprar apartamento?” replicó mi mamá, a lo que mi tío respondió “Ese me lo compras tú”.
La hermana de “el junkie” horas después se fue arrecha del hospital, debido a que la novia drogadicta de su hermano volvió a visitarlo.
Con respecto a mi tío, yo lo conozco bien: Yo lo conozco bien, marico no es.
“el primo”
Este fin de semana Ismael defecó. Siempre quise mantenerme ajeno a los comentarios escatológicos, pero la verdad aquello es digno de ser relatado. Uno de los mojones era enorme y parecido a una piedra. A “ojo por ciento” pesaba al menos medio kilo. Dije “La próxima vez que no cague, sino que le hagan cesárea”.
Hubo que bajar varias veces la poceta y echar medio pote de Opín, una especie de “Diablo rojo”.
La verdad me siento honrado de haber visto algo así.
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