jueves, 12 de marzo de 2009
La razón del viaje
Este post está dedicado a quienes tienen la razón, pero no saben comunicarla.
Siempre hablo sobre mi jefe. Él es huérfano desde niño. Vivía en un barrio de Maracaibo con sus hermanas y sus vecinos decían que en esa casa crecerían dos putas y un marico. Su sueño era tener una familia y atender a sus hijos, y lo logró.
Las veces que hemos hablado sobre mi le he explicado sobre mi situación familiar. Yo le digo que no le tengo rencor a mi papá, pero el siempre responde con su acento “Sí se la tenés”.
Hasta el día de hoy nunca reclamé a mi papá sobre su ausencia –o su poca presencia- durante mi niñez y adolescencia. En primer lugar porque no me hizo falta, ya que soy un hombre de bien casi sin su ayuda ni apellido. También porque el ritmo de vida del ser humano hoy en día impide que los niños pasen tiempo con sus padres.
Pero la razón principal es por el carácter de mi mamá. Ella nunca le perdonará haberla dejado sola conmigo. Yo fui el receptor de ese odio que formó mi carácter, ese mismo que me hace ser cruel, principalmente conmigo mismo. También aprendí a convivir con ella, lo cual ha sido muy útil para soportar las cosas malas que trae la vida.
En este viaje quise asumir la posición de quien siempre tuvo la razón, pero que no supo comunicarla. Si algo he aprendido con mi sobrina es que los niños necesitan atención, escucharlos, pasar tiempo con ellos, estar en sus momentos claves y hacerles saber que ellos son importantes para ti.
El primer recuerdo de mi papá fue cuando tuve 5 años. Existen fotografías que corroboran que me conoció mucho antes. Me enseñó a leer, me regaló 4 tomos del libro gordo de Petete, un Mazinger, un carrito de esos que estaban de moda en los ochenta, me pagó mi educación primaria y secundaria, y recuerdo que me llevó al Safari Carabobo.
En mi adolescencia tuve un mayor contacto con él. Lo visitaba en La Victoria y cada vez que le pedí un consejo me lo dio. Pero era evidente que era yo quien estaba más pendiente de él.
Han pasado 28 años de mi nacimiento y todavía recuerdo las mentadas de madre que le daba mi madre. “Ese no se ocupa de ti”, “Le importa más su familia”, “Es un miserable”, “No te va a dejar nada”. “Cuando naciste dijo que eras negro” –haciendo referencia al papá de mi hermana-. También recuerdo momentos claves en los cuales no me ayudó económicamente y que nunca me visitó cuando llegué a enfermar.
En lo personal tengo muchas observaciones a su comportamiento conmigo. Cuando hablo sobre algún logro dice que soy un hablador de guevonadas, me trata con una agresividad con la cual no se refiere hacia mis primos, le molesta que le enseñe algo que no sabe, le da arrechera que me haya graduado en un colegio de curas y, al verse acosado por las acusaciones que le hice, entra en desespero, se pone a la defensiva y hiere con sus palabras. Toda una mala referencia para un psicólogo.
Mi jefe tenía razón, en el fondo le tengo arrechera. Le tengo rabia a su cobardía, a su actitud escapista ante los problemas que son de él –en este caso yo-, y que he recibido por casi 3 décadas todos los reproches que él justamente se ganó. No había tenido la oportunidad de decirle que la cagó, que la culpa es de él, que le tengo arrechera porque nuca me dio la atención que merecí, porque siempre faltó un padre que me enseñara –entre otras cosas- a tirar coñazos, a caerle a una mujer con el único propósito de cojerla. Pero siempre tuve tiempo de decirle que el tema no importaba, para hablar de política, jugar damas chinas y conseguirle las entradas para la final Tigres contra cualquier rival.
Un amigo, a quien llamo Leopoldo, me dijo “No seas cruel, mira que él te enseñó a venir a los juegos”. Error, quien me llevó a los juegos de pelota y me regaló mi primer guante fue el papá de mi hermana, 7mo venezolano en llegar a las Grandes Ligas.
Hace dos años fui a consulta con una psicóloga. Me dijo que de mi personalidad tome mucho de la agresividad y repulsión de mi mamá, y hacia la pareja adquirí la actitud escapista e irresponsable de mi papá. Tal vez el sincerarme en este aspecto me ayude a ser feliz en el futuro.
Coño, creo que es el post más profundo que he escrito.
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