En pocos días daré una “vueltecita” por el caribe. Hace dos años volé hacia Maracaibo con mi fotógrafo de un diario de Valencia en el que trabajaba en ese tiempo. Él es homosexual de clóset, y yo un heterosexual con muchas cosas de mamita.
Subimos a un avión de Aeromortal, perdón, Aeropostal, el cual venía del sur oriente del país y tenía como destino final el aeropuerto de la chinita. Despegó el avión y todo bien. Pude ver como se hacían chiquitas las luces de los municipios de la capital carabobeña.
Cuando según mis cálculos volábamos sobre Barquisimeto empezó un torrencial aguacero. El avión empezó a dar fuertes tumbos producto de la turbulencia, pero cuando digo fuertes, no me refería a los movimientos que sentí cuando me monté en American Airlines o en Avensa, aquello era como que King Kong y Godzila hubieran tomado al avioncito como espada Jedi.
Yo no hallaba dónde meterme. Trataba de leer revistas, pero era demasiada la cagazón, mientras mi compañero empezaba a reírse crónicamente. Luego me contó que su papá era administrador de una cadena hotelera y por eso estaba acostumbrado a esos malestares que producen las aerolíneas nacionales.
Un viejo sentado al lado de nosotros dijo “¿Pero qué está pasando?” a lo cual mi compañero respondió “que nos vamos a matar, viejo marico”. Gracias a Dios en los días anteriores había escuchado el disco en el que el Conde del Guácharo se burlaba de su accidente aéreo, en el cual Globovisión anunció que no habían encontrado los cuerpos, cuando en realidad lo que pasó es que tomaron un taxi luego de la caída.
Pero antes de finalizar la tormenta hubo un episodio más para cagarse. El avión perdió altura y se fue en picada. Ahí mi amigo dejó la risa y soltó el plumero por la desesperación. Afortunadamente luego de segundos interminables, el avión recuperó su altura.
Llegué al aeropuerto de la chinita. Me impresionó su modernidad. Comimos en un Subway y mi camarógrafo y yo fuimos a nuestras habitaciones separadas –gracias a Dios-. Me quedé dormido mientras pasaban un juego de Serie de Campeonato de los Tigres de Detroit, y minutos después desperté con la certeza que en ese preciso momento pudieran estar ardiendo mis restos en algún lugar del estado Lara.
Pensé en mi sobrinita. Pensé en todos los polvos que no tuve o que desperdicié. No pensé en los Tigres porque ya les he visto ganar que jode. Sentí que había renacido.
El viaje de regreso fue por Aserca, gracias a Dios sin contratiempos, a excepción que el vuelo era con dirección a Caracas y luego a Valencia, pero el último trayecto no se cumplió porque sobre vendieron los vuelos a Margarita y todos los aviones los habilitaron para ese destino. Nos dieron el reintegro del pasaje y pagaron el taxi hasta la sede del periódico en Valencia.
Espero que este escrito no sea una triste referencia aunte una desagradable noticia esta semana. Sin embargo, aprovecho para decirles que les quiero a todos, y gracias por hacerme todo lo feliz que les dio la gana. Este párrafo gay fue cortesía del foto estudio que va a montar mi ex fotógrafo.
domingo, 9 de noviembre de 2008
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2 comentarios:
Jajajajajaja!!!
Y a mi que me encanta!
Déjate de bobadas que no va a pasar nada!!!
TQMMM!!!!
M.
Oye, cuando vuelvas de tu vueltecita por el caribe, escribe otra vez pa'saber que sigues vivo!
BESOS
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