En septiembre de 2006 tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos, específicamente a Miami. Cuando llegué al aeropuerto de esta ciudad me recibió en la aduana un policía blanco, todo un “Red Neck”. Me habló en perfecto español, me preguntó que cuánto dinero cargaba encima y le dije que 300 dólares en efectivo sin tarjetas de crédito para tres días. Me pidió que lo supiera administrar y me dio la bienvenida a su país.
No todas las personas que viajaron conmigo a una rueda de prensa internacional corrieron con la misma suerte. Eduardo Feo, quien cargaba un e-book con algunos equipos para transmitir por radio, le pidieron revisar sus cosas. Al rato salió de un cuarto al cual lo metieron y no comentó nada de lo que le hicieron o preguntaron. La mamadera de gallo sobre una posible violación no se hizo esperar.
Antes de regresar a Venezuela, ya en el aeropuerto, fui a comprar una colonia para una muchacha especial, a quien meses después le compré un “Woodstock” de peluche. Me atendió una señora de color. Traté de hablarle en inglés, pero ella dijo no entenderme. Me trató muy mal, solo por ser hispano, por resentimiento, por ser distinto a ella.
En un principio no me gustaba la candidatura de Barack Obama, pero de niño conocí al papá de mi hermana, quien era venezolano, descendiente de cubanos y negro. Él sufrió en los años 60 los peores años del racismo durante su carrera como pelotero en ese país. Si bien la victoria demócrata es consecuencia de la mala política económica del gobierno norteamericano, su nuevo Presidente es un símbolo que la nación más grande de la tierra es verdaderamente plural y democrática.
A pesar que me negaron la Visa en agosto de este año, Dios bendiga a los Estados Unidos de América.
No todas las personas que viajaron conmigo a una rueda de prensa internacional corrieron con la misma suerte. Eduardo Feo, quien cargaba un e-book con algunos equipos para transmitir por radio, le pidieron revisar sus cosas. Al rato salió de un cuarto al cual lo metieron y no comentó nada de lo que le hicieron o preguntaron. La mamadera de gallo sobre una posible violación no se hizo esperar.
Antes de regresar a Venezuela, ya en el aeropuerto, fui a comprar una colonia para una muchacha especial, a quien meses después le compré un “Woodstock” de peluche. Me atendió una señora de color. Traté de hablarle en inglés, pero ella dijo no entenderme. Me trató muy mal, solo por ser hispano, por resentimiento, por ser distinto a ella.
En un principio no me gustaba la candidatura de Barack Obama, pero de niño conocí al papá de mi hermana, quien era venezolano, descendiente de cubanos y negro. Él sufrió en los años 60 los peores años del racismo durante su carrera como pelotero en ese país. Si bien la victoria demócrata es consecuencia de la mala política económica del gobierno norteamericano, su nuevo Presidente es un símbolo que la nación más grande de la tierra es verdaderamente plural y democrática.
A pesar que me negaron la Visa en agosto de este año, Dios bendiga a los Estados Unidos de América.
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