jueves, 18 de diciembre de 2008

De los días solitarios
De los comentarios maliciosos


I
Por primera vez en 10 años Raquel se animó a dejarme la casa sola. Sí, fue inevitable que los dos primeros días llevara a gente a beber a mi casa o llegara rascao un martes o miércoles en la madrugada. Hoy es el tercer día y estoy solo. Según el marico que lee las cartas en la mañana por Venevision, la palabra soledad representa encontrarse con sí mismo. Yo creo en la astrología y el Tarot, pero lo que escuché esta mañana me pareció un comentario vacío y con una carga tremendamente homosexual.
Las personas cuando quieren estar solas sencillamente se escapan, le sacan el culo a las personas que frecuentan y sin quererlo terminan meditando. Esas palabras silentes con la conciencia se buscan cuando se necesitan, no cuando se encuentra la oportunidad. Lo dice alguien que habla solo.

II
Soy una persona que no mide sus palabras. Un amigo de la universidad decía que mientras su hemisferio perverso del cerebro maquinaba algún chiste cruel al presentarse un comentario apropiado para ello yo ya lo había dicho 5 minutos antes. Eso me ha convertido en un hombre de pocos, pero valiosos amigos. Valiosos porque entienden que la principal virtud de mi amistad es hacer ver el lado de las personas que usualmente no quieren ver, restregar en sus rotos a los demonios que desean evadir y ponerles los pies en la tierra. “Sinceridad” o “Hijo é putismo” tal vez.
Pero eso no hace de mí una persona mala. De niño cuando me golpeaba jugando béisbol me di cuenta que si me sobaba dolía más, pero al tiempo me sentía mejor. Por eso me “jurungo” las heridas y hasta he descubierto que soy masoquista.
Hace algún tiempo una persona bastante cercana a mí, a quien llamaré “Luna” y es más cercana aun a un amigo, a quien llamaré “Calabozo Dundie”, la mandé a la mismísima mierda porque en una oportunidad hizo un comentario hiriente, con la intención de herir –no de exponer una situación desagradable de mi vida y de mi ser- y afectar una difícil relación con un pana de la universidad.
Ella ha tratado de volverme a contactarme, y yo me he negado. Ayuda mucho que ya no viva en Venezuela. El punto es que existen personas que creen dominar los pensamientos de las personas y buscan manipular estados de ánimo hacia los extremos.
Esas personas yo no les admito en mi vida, las desprecio y les destierro, porque a pesar de ser un masoquista confeso, el gusto por el dolor físico es muy distinto al sufrimiento mental y espiritual. Durante 26 años he convivido con los errores de mi padre, escuchándoles y tratando de explicar que yo no soy el culpable de nada. Rechazo cualquier situación o persona que desee ser causa o consecuencia de maltratos mentales, antes que sea yo quien decida dar una clase magistral de cómo destruir y desmoralizar a un manipulador.
La verdad es desagradable tener el secreto para convivir un con manipulador(a). Por ello huyo a esas situaciones “cotidianas” para mí.

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