VIII El Superhombre
El Antichavista fue un ensayo para expresar toda la
arrechera que siento por haber vivido mi juventud durante la borrachera más
insensata que ha tenido este país desde que llegaron los españoles. Considero
que mis sentimientos no llegan al resentimiento, pero sí creo que todos los
venezolanos: chavistas, militares, enchufados, los que se fueron, los que se
quedaron… deben asumir su responsabilidad antes de hablar sobre Venezuela y
entender que ser un ganador no es una licencia que nos da el tiempo, sino el
ser fieles a nuestros principios y valores. Es decir, no soy un ganador si pude
robar, lo hice y no fui condenado, ser un ganador en la vida es hacer lo que se
considera correcto y ser fiel a los principios básicos de la convivencia
humana.
Por eso deseo terminar estos escritos con una nota de
esperanza. Los tiempos difíciles son una especie de purga, no solo para salir
de lo malo sino también de lo que uno consideraba valía la pena.
El concepto de Superhombre de Nietzsche, como he escrito en
varias oportunidades fue manejado con ignorancia por Hugo Chávez, también fue
trasformado en la práctica por el chavismo en la aparición del Pran. Un choro
que tiene más poder que el policía e incluso el mismo Estado es quien, a cambio
de “la causa”, privatizó el derecho a la seguridad e incluso al alimento. Este
héroe retorcido, nacido de la más grande situación de desgobierno y anarquía,
es el principal legado que nos deja el chavismo. El Pran es el Übermensch
bolivariano.
Pero aun en nuestra época más triste, el venezolano ha
demostrado solidaridad, tener deseo de colaborar con el prójimo, deseo que el
país salga adelante. Venezuela sobrevivirá al chavismo, porque existen
compatriotas que, aunque hayan emigrado por conceptos vacíos sobre la vida, no
se desvinculan del todo, visten su camisa vinotinto y mandan medicinas a
aquellos amigos que siguen aquí dando la lucha.
Sobrevivirá mi país mientras existan funcionarios públicos
honestos, que incluso sin ser chavistas dan lo mejor de sí para que los servicios
básicos, telecomunicaciones, banca y demás, no se caigan por la mala
administración de un político o un militar.
Venezuela renacerá como aquel chavista que fue más grande
que su orgullo y comprendió que más allá de su dolor siempre estuvo equivocado.
Mi país seguirá de pié mientras existan personas que
prefieran ser pobres a tener una fortuna deshonesta, porque lo importante en la
vida no son los lujos con los que vivas, sino cómo disfrutes tu existencia.
Venezuela, mi único país, sobrevivirá al chavismo y a nuestro
propio ciclo de vida. Que nuestro sacrificio –en realidad el sacrificio real lo
estamos viviendo desde hace dos años para acá y no hay esperanza que las cosas
mejoren en el corto plazo- no será en vano. Así como en la Alemania Nazi
existieron grupos de resistencia como “La Rosa Blanca” o quienes organizaron la
operación Valkiria, no todos los venezolanos somos corruptos, vividores o
chavistas.
Aunque nuestros nombres no signifiquen nada para la
historia, son nuestras acciones la que nos definen como nación. El verdadero
superhombre venezolano existe, existe en las acciones positivas y honestas de cada
uno de nosotros, en el buen humor, en la capacidad de compartir una arepa... en
nuestra verdadera esencia como nación.
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