domingo, 3 de mayo de 2015

¿Cómo se arregla este peo?

Capítulo 6: Integración latinoamericana: Ni nos parecemos ni nos queremos como hermanitos

Simón Bolívar siempre ha sido y será el venezolano más universal. Cualquier movimiento político, intelectual, nacionalista… siempre ha tenido su nombre o su apellido. Pérez Jiménez lo llamaba “La semana de la patria”, los adecos también nos los pintaron de todos colores en nuestro diseño educativo, Un Solo Pueblo incluso afirma en una canción que es “Un segundo Jesucristo” y por supuesto, el chavismo, además de inventarse una nueva teoría sobre su nacimiento, ya no en San Mateo sino en Capaya, nos los mostró “Desnudo” al abrir el sarcófago con sus huesos y transmitirlo en cadena.

Y después algún chavista critica programas como “Jersey Shore” o “Las Kardashians”. Eso fue un puro acto de necrofilia.

Pero además de pintarnos un “Bolívar Negro y asesinado por el imperio” –aunque la autopsia ratificó lo que ya se sabía sobre su muerte y la medicina de la época- el chavismo se afincó mucho en la integración latinoamericana, algo en lo cual debemos reconocer que tuvo éxito.

Un éxito que tal vez no se traduzca en una sola constitución, una sola moneda y mucho menos un mismo idioma (Brasil y algunas islas del caribe forman parte del cambalache bolivariano), pero sí en una solidaridad  incondicional con las barbaridades del régimen. Todo por petróleo barato, no por un ideal.

Solo “Pepe” Mujica fue capaz de decirle a Maduro que es una vergüenza que existan presos políticos en el Siglo XXI venezolano. Eso y tímidos llamados para la libertad de Leopoldo López, formulados por grupos de expresidentes.

Lo cierto es que nuestros “hermanos” latinoamericanos han aprovechado esta “beca” bolivariana para acomodar sus economías. Solo Argentina, y en cierta medida Uruguay, tienen índices de inflación superiores (pero cercanos) al 10%. Chávez, en su mejor momento, la llegó a tener en 17%. El primer paso para tener una moneda común es, precisamente, tener índices de inflación bajo. En este momento somos la “Grecia” de Mercosur.

Caso Peruano

Para querer aplicar el ideal bolivariano de una gran nación sudamericana hay que tomar en cuenta dos verdades del tamaño del ego del “Supremo” Hugo Chávez. Primero, que no somos iguales y segundo que no nos queremos como hermanitos.

Es ridículo pensar que cultural y “genéticamente”, un venezolano es igual a un peruano o a un argentino. Recordemos por un momento las elecciones peruanas de 2006, cuando Alan García se enfrentó a Ollanta Humala. Hugo Chávez, asumiendo que García era el Carlos Andrés Pérez o el Carlos Ménem (Par de joyitas) de la política peruana, tildó de ladrón a García en una edición de su programa “Aló Presidente”. Como resultado, la intención de voto cambió, al punto que Humala perdió las elecciones ¿Por qué?

Si de algo están orgullosos los peruanos, es de haber sido la cultura precolombina más avanzada de Sudamérica. Cuando aquí los Timoto-Cuicas apenas desarrollaban un sistema de riego –Dicen que los aborígenes argentinos eran más retrasados- en Tucumé existieron pirámides, en algún lugar escondido erigieron Machu Pichu y Cuzco se enfrentaba con su retrasada tecnología al imperio español.

Para los peruanos, las declaraciones de Hugo Chávez cayeron como un nuevo intento de colonización, que les recordó a Pizarro ejecutando a Atahualpa. Entendamos que hoy en día –más allá del debate histórico-, los peruanos no reconocen a Simón Bolívar como su Libertador. Dicen que una de las razones es que Venezuela era una Capitanía General, mientras que Perú se erigía como un Virreinato. Siempre nos han visto como algo inferior o que no es de ellos.

Humala perdió las elecciones y en los siguientes comicios cambió la camisa troja por una azul claro, renegó de Hugo Chávez y hoy es Presidente de Perú, país que no solo no recibe los beneficios petroleros de Venezuela por no considerarse un país “aliado”, también muestra un proyecto económico exitoso que se remonta a la era de Fujimori.

Caso Argentino

Pero podemos compararnos con otra sociedad a la cual nos parecemos, pero en lo pedantes. Si se nos critica que sentimos a Bolívar como un Dios, los argentinos creen que Dios es zurdo, gordo, drogadicto y argentino. En el Río de la Plata no hay indios, porque a finales del siglo XIX culminaron un proceso de exterminio. Por eso parecen europeos, excepto en su necesidad de sufrir, de buscar víctimas como Eva Perón y por creer que en el caso de las “Falcan Island” no solo tenían razón, sino que tenían chance de ganar la guerra a los ingleses.

Y así podemos seguir encontrando diferencias con nuestros vecinos, incluso con los colombianos, aunque digan que los centrales de aquí hablamos igualito que los costeños de allá.

Y a pesar de tanta solidaridad, yo no he visto que los uruguayos nos estén regalando carne a precio preferencial para “palear” nuestra crisis, tampoco pollos del Brasil. Los seguimos pagando igualito con barriles de petróleo, que hoy no valen tanto.

Imponer las ideas de Bolívar en la Latinoamérica actual, sin poner en una balanza las cosas que nos unen y nos separan –sobre todo que para colmo nuestras economías no son complementarias- es tan estúpido como aplicar los “conocimientos” de “El Capital” de Marx en pleno Siglo XXI.


Por ello es necesario crear un modelo nacional propio de los venezolanos, no contaminado con el fracaso del pasado ni con las torpezas del presente.

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