lunes, 13 de abril de 2015

Mi reconocimiento a Eduardo Galeano

La literatura latinoamericana para mí siempre tuvo “selectos” grandes representantes. Sí, soy un “mal pegao” para muchas cosas y la lectura es una de ellas.

Por ejemplo, una vez leí un libro de Rafael Caldera, “De Carabobo a Punto Fijo”, el cual no es más que su versión de la historia venezolana y los hechos que lo llevaron a pactar con AD y URD, para construir la etapa más sólida y duradera (Ya dejó de ser la más corrupta) del país. Pero no me lo imagino escribiendo sobre amor o ficción.

Otro escritor que admiro es a Uslar Pietri, por la frase que describe el por qué este país perdió la segunda mitad del Siglo XX: “Hay que sembrar el petróleo”. Lo admito, no pude pasar de la primera página de “Lanzas Coloradas”. Es una ladilla. Antes que lo pregunten, tampoco he leído a Gallegos. El escritor venezolano que más me ha enganchado –por su humor y visión periodística- es Oscar Yanes.

Pero más al sur, admiro a nuestros premios Nobel. Sin embargo, las dos últimas obras que leí de ambos, “Memorias de mis putas tristes” del Gabito y “Travesuras de la niña mala” de Vargas Llosa, me parecieron la descripción de sus perversiones sexuales, aunque confieso, la segunda fue clave en una etapa de mi vida.

Pero ambos –en mi opinión son eclipsados- por Ernesto Sábato y su Túnel. Tal vez porque es una obra que no parece de este lado del mundo. Y en los poemas de amor, mi preferido siempre será Pablo Neruda.

Pero Eduardo Galeano y Mario Benedetti jamás me llamaron la atención, aunque reconozco del segundo que sus poemas ayudan “en algo” a salir de las “Friend Zone” –El verso de Mario lo adoran las escuálidas-. Pero en líneas generales me parecían un par de viejos uruguayos maricos que con un par de coñazos de sus padres –desconozco si eran huérfanos- los hubieran acomodado.

Hace un tiempo, dos de mis mejores amigos: El Rockero y el Marciano, discutían sobre literatura. El rockero, a pesar de ser uno de los pocos zurdos de mí entorno, también entiende que en mi círculo social hay mucho interés por la literatura, cosa que contrasta con el estigma opositor “Me iría demasiado”.

El Rockero le pidió una opinión al Marciano sobre la obra cumbre de Galeano: Las venas abiertas de América Latina. “Esa es la mierda más grande que he leído en mi vida”, respuesta que sorprendió al Rockero, debido a que las opiniones del Marciano suelen ser más sustentadas e incluso interesantes. Nunca se esperó semejante juicio al libro de cabecera de la izquierda latinoamericana.

Y menos que su propio autor le diera la razón al Marciano:


Casi exactamente un año antes de morir, y un mes antes del Mundial de Fútbol, Galeano fue homenajeado en la Segunda Bienal del Libro y de la Lectura de Brasilia. He aquí algunos de sus argumentos del por qué afirmó que no volvería a leer su obra.

“No sería capaz de leer el libro de nuevo. Para mí, esta prosa de la izquierda tradicional es pesadísima. Mi físico [actual] no lo aguantaría. Caería desmayado”.

“Yo no tenía la formación necesaria. No estoy arrepentido de haberlo escrito, pero fue una etapa que, para mí, está superada.”

“La realidad cambió mucho. Yo cambié mucho. Mis espacios de penetración en la realidad crecieron tanto fuera, como dentro de mí. Dentro de mí, crecieron en la medida en que yo iba escribiendo nuevos libros, redescubriéndome, viendo que la realidad no es sólo aquella en la que yo creía”.

“La realidad es mucho más compleja, justamente, porque la condición humana es diversa. Algunos sectores políticos cercanos a mí pensaban que dicha diversidad era una herejía. Todavía hoy existen sobrevivientes de esta especie que creen que toda diversidad constituye una amenaza. Por suerte, no es así. O sería justa la exigencia del sistema dominante de poder que, a escala mundial, nos obliga a una elección muy restringida, ridículamente mezquina, y nos invita a elegir como preferimos morir: de hambre o de aburrimiento”.

Y sobre el primer episodio entre Chávez y Obama, Galeano dijo –riendo- que ninguno de los dos políticos estaba en condiciones de entender el contenido del libro. “Chávez tuvo la mejor intención del mundo, pero le dio a Obama un libro escrito en un idioma que el presidente norteamericano no conoce. Este fue un gesto generoso, pero también cruel”.

Mi conclusión

Galeano no dejó de lado todas sus creencias. De hecho, uno de sus últimas acciones fue firmar en contra del decreto de Obama, que declara a Venezuela como una amenaza, aunque en el fondo solo restrinja los derechos económicos de 6 militares y una jueza corrupta en su territorio y países aliados. Es decir, su visión de “minusvalía” del continente frente al “Gran Hermano” del norte no fue del todo abandonada.

Pero su mayor aporte al continente es ser un ejemplo de cómo un hombre de 73 años (en el momento en el que habló en Brasilia) es capaz de reconocer con humildad sus errores. La izquierda radical, en ninguna de sus versiones históricas, ha encontrado la fórmula para sacar un país adelante. No importa la cultura ni la educación, el éxito económico es la base de cualquier república.

Y por supuesto, ver a los poderosos como “socios” –Churchill decía que Inglaterra no tiene amigos sino intereses- y no con complejos de inferioridad. Sobre todo a aquellos que nos compran petróleo.

Tal vez por ello Galeano mató a su propia obra, no como un acto de vejez sino de remordimiento por el daño que le hizo a nuestra patria grande.

El paso que dio Galeano es necesario paras que el Rockero busque en su entorno a la gente capaz de cambiar su realidad y para que el Marciano encuentre un buen argumento para volver.


Dedicado a Fryddmar  Álvarez y Gabriel Cedeño.

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