martes, 28 de abril de 2015

¿Cómo se arregla este peo?

Capítulo 1: Cuestión de valores

Como he escrito en varias oportunidades, la mayor parte de mi bachillerato lo desarrollé en un colegio católico. Me molestaba mucho –ya de adolescente- que me dieran materias como “Champagnat”, “Religión” y alguna otra que no recuerdo, pero que curiosamente pasaba con 20. Mi argumento era muy sencillo: Ustedes no pueden asumir que yo tengo que profesar su religión, así sea la de mis padres.

Como podrán darse cuenta, pues sí, simpatizaba con las ideas de la izquierda.

En mi mundo ideal, en las escuelas públicas y privadas se ofrecería una cátedra llamada religión, en la cual se les enseñaría a los niños las virtudes del cristianismo, judaísmo, budismo… y se les daría la oportunidad de asumir alguna de ellas, ya que para todo ser humano es importante su relación con Dios. O al menos los valores de cada una de las religiones.

En el principio de los tiempos, la religión fue más un mecanismo de control social que una expresión de fe. Antes que existiera el derecho, la democracia, las constituciones, cuando los seres humanos aun no conocían la disciplina de los griegos o los romanos, la única razón que impedía robar (Mandamiento 7) o matar (Mandamiento 5) era el castigo de Dios. Luego llego la política a los templos y el resto es historia.

A pesar de eso, siempre ha existido en cada ser humano una búsqueda espiritual. Incluso, desde un punto de vista muy pragmático, Dios existe por el simple hecho de ser un invento del hombre, como existen los números, el tiempo y las medidas de la física y la química...

El problema de nuestro país son los valores. Recientemente entrevisté a un amig,o que además de ser el típico árabe que tiene un negocio en la calle Vargas de Maracay, es “Acólito”, es decir, algo entre Monaguillo y Cura. Ante la pregunta de cómo interpreta el pasaje bíblico “Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios” (Marcos 10:25 según Google), esta fue su respuesta:

“La riqueza debe utilizarse para generar bienestar”.

Si la mayoría de los empresarios tuvieran esta filosofía y se empeñaran en que sus empleados surjan, no tendríamos a una parte importante del país dejando que unos militares corruptos terminen de saquear lo que queda del tesoro nacional, por el simple paradigma de “Ser rico es malo”. A veces la estupidez tiene justificación.

Pero no seamos mezquinos con las demás creencias. Yo conozco judíos honestos y buenas personas, tal vez porque se han aclimatado más nuestro trópico que al calor de la “Tierra Santa”, y en lo personal me consta que los “Evangélicos” hacen en las cárceles y los hospitales el trabajo que los comunistas toman como bandera, pero no hacen más allá de su entorno, y que el Estado solo los recuerda a la hora de una licitación: Darle paz al moribundo –Frase de Pepe Mujica- y regenerar al hombre de mal.

Y quien ha recorrido Venezuela como yo, sabe que la mayoría de este país es “Cristiana” y que solo los curas “resteados” llegan a las etnias del Amazonas. Aunque si les soy sincero, el “Pran” de la Torre de David es evangélico y en cuanto a los santeros… me parece más “útil” matar a un toro en una corrida que a una mascota en un río.


En fin, la religión es el alimento del espíritu y para levantar a este país se necesita la unión de todos los hombres de buena voluntad, porque son ellos la verdadera oposición, no los políticos. Así cada uno crea que su Dios es el verdadero.

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