miércoles, 11 de febrero de 2015

Repitan conmigo en Snapchat: Maracay no es un pueblo


Gracias a una amiga que se mudó a Panamá el mes pasado, entré en una red social / aplicación móvil llamada Snapchat, la cual básicamente sirve para el “chanceo”. Según cuenta la leyenda, por allí puedes mandar fotos de tu pipí, tu totona, las teticas o alguna otra virtud que Dios te dio, por medio de videos privados que no quedan almacenados en las memorias de los equipos celulares. (Nota del editor: igual puedes hacer impresiones de pantalla).

Lo cierto es que algunas “Socialité” venezolanas como Jennifer Aboul o Yeilove, mudaron sus perversiones a esta aplicación, mostrando sus pezones en forma de corazón, sus “coquitos” o los “pipisnaps”, que no son más que la “profesora del sexo” hablando paja mientras hace pipí.
Hay una chica que agregué llamada @vsimonelli. Si bien mi interés principal fue el morbo, la chama utiliza la herramienta para mostrarse como madre (tiene 3 hijos), cosas de su vida y sí, de vez en cuando una foto bronceándose en la playa. Hoy tuvo la delicadeza de abrir su buzón de mensajes privados para hablar con sus “fans”, y además de recibir –según ella- cientos de videos de “guevos” (sic). Un colombiano le preguntó que de dónde era y ella respondió que de un pueblito llamado Maracay.

Obviamente le contesté por privado –sin foto de pipí- que no vuelva a decir esa vaina de Maracay, ya que precisamente esa falta de amor propio la que nos llevó a que nos volvieran mierda el Teatro de la Ópera, todas las plazas en reconstrucción “0” o por la mitad, la Maestranza rayada con grafitis del “Otro Beta” y por supuesto, un ex gobernador padre del caso de corrupción “Las notas estructuradas” y el actual, quien además de ser gocho, no haya en qué palo ahorcarse para que lo consideren presidenciable en el 2018. De hecho a sus 40 años va a jugar fútbol profesional.

¿Cómo considerar a Maracay un pueblo? Un centro urbano con más de 1.500.000 habitantes, parque industrial, dos aeropuertos (uno civil), dos salidas al mar, un puerto (militar) y dividida –o unida- a 8 municipios, los cuales puedes ver perfectamente conectados por avenidas desde el conteiner del Hotel Maracay, nos refleja que sin darnos cuenta aquí nació una metrópolis.

¿Es esta mediocridad parte de la situación país? En la universidad una chica de San Cristóbal me dijo que Maracay era un pueblo porque en su ciudad hay más gente rica –en parte tiene razón- pero por muchas cosas bonitas que tenga la capital del Táchira (y un Sambil) urbanísticamente no está mejor planificada que la Ciudad Jardín.

Otro caso es el de Barquisimeto, cuya cámara municipal propuso el año pasado declararla Metrópolis –eso sí, es un valle arrechamente grande y bien urbanizado-, pero la verdad es que entre sus dos municipios (Iribarren y Palavecino) apenas superan el millón de habitantes. Puerto Ordaz es aún más urbanizada, pero su población es equivalente a Calicanto. Ciudad Guayana, sin San Félix, en un pueblito tipo Springfield (pero con un parque industrial del coño de la madre).

Incluso hay quienes aún defienden a Caracas, principalmente por su vida cultural –se las concedo-. La hoy capital más sucia de Suramérica es una favela con metro, los distribuidores que dejó Pérez Jiménez y sin Starbucks. Y eso que Berlín tiene la mitad de su población.

Las ciudades son importantes por el respeto que tienen a su cultura y a su gentilicio. El día que soñemos un casco central verdaderamente renovado, respetando los primeros pasos de Villanueva como arquitecto, con vida teatral –no los fumones de Ferimar que dicen ser artistas- áreas verdes rescatadas… es decir, gente en la calle disfrutando de sus espacios, nos pararemos con orgullo en la avenida Bolívar, la 19 de abril o Las Delicias sintiendo que vivimos en una pequeña París o Barcelona, adaptada a nuestra realidad.

Mientras tanto, sigamos arrechos con nuestros centros de esparcimiento cerrados por remodelación, las calles y avenidas vueltas mierda y la plaza Bolívar con tiras fluorescentes para decir que tiene luces en el piso. En paralelo, nuestro gocho gobernador hará el ridículo en el Hermanos Ghersei ante un poco de carajitos de la mitad de su edad.

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