jueves, 25 de marzo de 2010

El tío sin seguro. Parte 7. Contento y aceptado

Mi tío tiene en su cuartico de la casa, ubicado en el patio, cantidades de mariqueras que colecciona. Una de ellas son los almanaques. Ya dijo que los doctores le regalaron el almanaque de Tigre de la habitación. Si no se lo lleva él, lo haré yo.

Ismael se siente parte del grupo y aceptado. Le llaman “El abuelo”. Desde pequeño él siempre convivió con el rechazo, por ser feo con bolas. Mi sobrina nunca le dijo tío y mi hermana le trata con recelo. Yo me acostumbré a su presencia y me jugaba con él, aunque siempre me pareció desagradable verle comer. Juega con los granos, pasta y demás, por horas en la mesa.

Todas las noches le dice a “El Jose” que le eche un cuento. Para los malandros es un viejito que requiere atención, no lo juzgan por su fealdad y además ya saben qué hacer si le da un ataque de epilepsia.

Temas de conversación

Al gocho le encantan las películas mexicanas de antes, las de Pedro Infante, Tin tan, las rancheras… A mi tío siempre le gustaron y las recuerda. De joven iba a verlas en los viejos cines de Maracay. El gocho le habla por horas sobre el asunto, hasta que yo le cambio la conversación por las comiquitas. Allí debatimos todos.

Cuando era niño, la rutina de mi tío era ir a una panadería que queda cerca de nuestra casa, al frente de un concesionario Totoya de la avenida Constitución. Ahí tomaba café, un cigarro y robaba las bolsitas de azúcar. Limpiaba carros a cambio de un sencillo, que lo gastaba en sus vicios.

De joven montaba bicicleta y acompañaba a un lisiado a hacer diligencias. Ese cuento lo eché en un artículo pasado, pero dije que era él quien manejada, cosa que no es cierta. El carro es adaptado al señor, a quien le faltan las piernas. El lisiado es dueño de un comercio de computación en La Barraca.

Ismael veía novelas hasta altas horas de la noche en un televisor marca National, eso hasta la época de “Por Estas Calles”. Luego las novelas se volvieron tan malas que ya no le provocaba. Sus últimos años ya no tenía algún entretenimiento, más que ir a comer. La verdad le han hecho bien estos días en la sala con los lesionados. Necesitaba gente nueva con quien hablar.

Habían pasado 2 días desde que me mandaron a comprar unos cables para realizarle una tracción y hasta ahora no se la habían colocado. Será una semana santa muy larga…

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