lunes, 29 de marzo de 2010

El tío sin seguro. Parte 11. Extrañando a Tania. La ayuda que no ayuda.

El día estuvo medianamente fastidioso en la habitación. Oswaldo y Tania abandonaron el hospital. Le sugerí al gocho que se pusiera una peluca y unas gafas para que “el jose” le jodiera como a ella.

En la noche empezamos a hablar de los espíritus. La madre del niño (la chavista evangélica), dijo que esas son personas muertas que siguen vivas. “El jose” le respondió “señora, ustedes los evangélicos están soyaos ¿cómo es eso que los muertos no están muertos? Yo tengo un vecino que es evangélico y se volvió loco de tanto leer la biblia. Una vez me llevaron a un retiro con unos evangélicos pá regenerarme y me pusieron a pasar coleto y a trabajar. Los mandé pal coño de su madre”.

Héctor el carpintero fue operado hoy. Su novia le acompañó en la noche, soportando los comentarios soeces de “El jose”.

En la cama de Oswaldo ingresaron a un chamo con cara de crimen. Con dos chistes de “el jose”, entró en confianza.

Mi tío tiene un mal semblante. Parece un viejito moribundo desde aquellas dos noches sin aire acondicionado. Lo bueno es que se está portando bien.

Lo malo… Yo soy boca de sapo.

La ayuda que no ayuda

Parecerá terriblemente ingrato lo que voy a escribir, pero necesito desahogarme.
En una emergencia como esta, nadie puede sentir rencor u orgullo, ya que no sabes quién te podrá ayudar.

Hay personas con las cuales siempre vas a contar. Por ejemplo Moralinda, quien me sacó a comer chawarmas y a comprar películas en las ballenas luego que culminé mi guardia dominical. Ella fue la única persona que me acompañó en la funeraria la noche que velaron a mi abuela.

Hay personas que te sorprenden. La familia del Tigre de mi carro, a quien llamo “Malyanito”, se reportó. Javimar y sus viejos se comprometieron a ayudarme a encontrar donantes. No duden que los fastidiaré después de Semana Santa. Me hicieron sentir un ser especial. Y pensar que nunca visito a esos viejos en su ferretería.

El Chivo también entra en ese grupo.

Hay personas que te harían sentir bien si se preocuparan más por ti. A esas mismas personas son a las que menos les pides ayuda, sobre todo si ya te han decepcionado. Nadie está obligado a ser como uno le sueña.

Hay personas con quienes se es ingrato, pero no dudan en darte la mano. Ejemplo María Grazia.

Finalmente hay personas que dicen “llámame si necesitas algo” o “Cuenta conmigo para donar sangre”, pensando que uno nunca les va a llamar. Cuando les llamas, te apagan el teléfono, no te devuelven las llamadas y el lunes te dicen que igual no podían ayudar o que se tomaron una pastilla que les impide donar sangre. Si se les pide semejante favor, es porque es una urgencia, coño.

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