martes, 23 de marzo de 2010

El tío sin seguro. Día 2. La noche de los transfor

El viejo y los evangélicos

Los únicos 3 familiares de mi tío Maracay decidimos distribuirnos en guardias de 6 horas. Ese sábado le cuidé de 6 a 12m y de 12p a 6.

En la mañana me tocó la indeseable tarea de cambiarlo y ayudarlo a orinar. Como no teníamos un “pato” o un orinadero, conseguimos un pote de arroz chino para él. Cada vez que orinaba, mojaba toda la cama, las sábanas y a los pacientes cercanos (ah y a sus familiares). No lo culpo, una vez estaba manejando y me dio flojera detenerme a orinar. Intenté hacerlo en un pote de Gatorade, pero no pude.

Esa mañana pude conocer los casos de los enfermos de la emergencia, ya que gracias a Dios mi tío pasa la mayor parte del tiempo dormido. A su lado derecho estaba un señor muy mayor y en pésimo estado de salud. Casa vez que los enfermeros ayudaban a limpiarlo, notaba como botaba sangre por algunos orificios que tenía entre el abdomen y los genitales. Según me explicaron sus familiares, fue operado de los riñones en Apure, no salió bien y solo orinaba sangre. Tenía una semana recluido en la emergencia.

Al lado izquierdo de mi tío se encontraba una señora evangélica. Le realizaron una enterostomía (así se escribe) porque le habían encontrado un cáncer en los ovarios. La operación salió mal, el cáncer ya se le había regado a los pulmones y contrajo pulmonía. A veces la veía mejorar, otras en muy grave estado. Siempre tenía a su lado al menos 4 personas, dándole masajes en la espalda, ayudándole a defecar, dándole aire y leyendo la biblia. La mitad de su familia son cristianos evangélicos. Esa mañana, un ciego fue a visitarla y a darle ánimo. Yo no creo que su forma de creer sea la correcta, pero les aseguro que a quienes conocí esa noche son muy buenas personas. En general todos los familiares de los internos lo son. En los momentos difíciles se encuentra el mejor rostro del venezolano.

La noche de los transfor

En el turno de la madrugada esperaba ver de todo. En la oportunidad que pasé la noche con mi abuela, vi llegar a ese hospital a un niño de 12 años herido en una balacera. Murió a pocos momentos de haber sido ingresado. Pero esa noche viviría algo más que la misma realidad.

Gracias al sueño interminable de mi tío, pude leer esa noche una novela de Brian Weiss, sí, el mismo que salía en el Show de Cristina entrevistado por el tema de la reencarnación. Primera vez que leo un libro de 200 páginas de una sola sentada “A través del tiempo”, ayudado por 4 cafés con leche que sabían a diarrea.

A eso de las 3 de la mañana llegaron 2 transformistas y un tipo, que supongo era uno de sus clientes. El (la) primera, llegó vestido con unas mallas negras, hilo dental, barriga afuera (arrugada como la de cualquier viejo de más de 50) y un sostén. “La herido”, recibió un balazo con entrada y salida en una pierna. Su “otra compañero” cargaba una mini falda que develaba la mitad de sus nalgas y una cara de viejo andaluz. El doctor de guardia llamó a “la herido” para preguntarle cómo hacía para taparse los testículos. Ella dijo que era operado. El doctor le respondió: Pero es que en sus radiografías aparece un gancho en su pelvis. Al parecer se hizo una operación de cambio de sexo “ambulatoria” y le colocaron un gancho para que cicatrizara la piel.

Uno de los acompañantes de los internos en la emergencia charlaba con los vigilantes sobre la dificultad de entrar a emergencias con sus compañeros de la mañana. Le dijo: Si yo necesito entrar, me pongo a renquear y le dijo “por favor, me dirijo a traumatología”.

Esa noche el viejito de apure fue trasladado a medicina interna. En su lugar entró una señora mayor que estaba convulsionando. Mejoró y le dieron de alta al día siguiente.

Sobre el desarrollo de mi historia, esa madrugada hablé con Juan Diego, quien estaba de guardia en pediatría. Me hizo hablar con el traumatólogo de guardia. Me informó que a mi tío tenían que colocarle una prótesis que podía costar al menos 6 mil fuertes, pero que volvería a caminar. Me aconsejaron que presionara a los traumatólogos, porque si no pasaría meses en esa situación.

Al final de la noche llegó un balaceado. Como no había cama, le colocaron un suero y le remitieron a otro centro asistencial. De seguro se murió en la ambulancia.

La suerte de conseguir una cama, la suerte de la vida o de la muerte, en un país sin salud pública.

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