lunes, 20 de abril de 2009

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Hay gente en el mundo que sí quiere vivir. Vivir para hacer una vida bonita, con sueños sencillos. Esa gente casi nunca se queja y no se conocen sus clamores y necesidades, porque no lo expresan en público ni convierten su sufrimiento en el centro de su existencia. O al menos tratan que así sea.
Las tragedias llegan a las personas que uno quiere, que forman (aron) parte de tu vida. Eso te hace sentir miserable por tus preocupaciones y te hace ver con ojos de miseria a aquellos que se esfuerzan por perder tiempo de sus vidas.
A veces el destino le dice que no a la gente buena, con sus deseos humildes.
Ya en una oportunidad lloré la partida de un amigo en su juventud. Espero que cualquier rayo de esperanza que pueda enviar desde mis posibilidades sirva de algo.

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