sábado, 29 de noviembre de 2008

Abuelos en La Victoria

Algo que aprecio de mi trabajo actual es la posibilidad de hacer cosas verdaderamente buenas. Hace pocos meses recuerdo haber escrito sobre la jornada del Día Mundial de Las Playas.
Este viernes visité un ancianato de la ciudad natal de mi papá. Mis compañeros de trabajo, acompañados de dos cuatros y muchos “gallos”, dieron una parranda a representantes de la “Juventud Prolongada”, que cantaron y gozaron un bolón.
La señora de la gráfica, llamó mi atención para preguntarme por mi cara de tristeza. Me comentó que ella camina gracias a un bastón y que viviera mi vida feliz, porque es una sola.
Sé que su discurso ya es un caliche, pero cuando te lo dice un viejo, tiene un mayor significado.

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