Este viernes visité un ancianato de la ciudad natal de mi papá. Mis compañeros de trabajo, acompañados de dos cuatros y muchos “gallos”, dieron una parranda a representantes de la “Juventud Prolongada”, que cantaron y gozaron un bolón.
La señora de la gráfica, llamó mi atención para preguntarme por mi cara de tristeza. Me comentó que ella camina gracias a un bastón y que viviera mi vida feliz, porque es una sola.
Sé que su discurso ya es un caliche, pero cuando te lo dice un viejo, tiene un mayor significado.
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