En todas las películas históricas sobre las guerras, siempre
hay un momento donde algún aborigen, egipcio, iraquí o soldado americano, lanza
una paloma mensajera o entra a caballo al cuartel enemigo para negociar. Según
el contexto, los temas tratados son las treguas, liberación de prisioneros, la rendición y por supuesto,
la paz.
Incluso en “La Caída”, película alemana que refleja de
manera bastante real lo ocurrido en el Búnker de Hitler, los generales nazis
tenían contacto frecuente por radio o teléfono con rusos y americanos. Aun con
el ejército rojo en Berlín. Aun a espaldas del Führer.
Por eso extraña -y da arrechera- la posición de los
radicales de twitter en contra del diálogo. Si bien el manejo comunicacional
-en cuanto al uso de la intriga y el rumor y que nuestros "Haters" caen redonditos- fue muy positivo para el gobierno
-aunque no se traduzca en votos-, es muy favorable para la oposición que haya
sido el Estado quien haya buscado ese primer contacto, ya que lo poco que ha
avanzado el revocatorio – y las elecciones de gobernadores- se debe a las pocas
garantías que tienen los que ostentan el poder de salir vivos y con plata.
La búsqueda del diálogo por parte del gobierno indica que al
fin están abriendo los ojos: No es viable que Tibisay, Socorro, Sandra y Tania (Esta
última quien habla como dirigente del PSUV), no pueden vivir el resto de sus
vidas con el ejército custodiando sus hogares. O mejor aún, el chavismo ya
entiende que el hecho que hasta ahora este noble pueblo -pero armado- no ha
recurrido al salvajismo, significa que en el mediano o corto plazo no lo va a
hacer.
Por muy desesperado que usted se sienta, nadie está más ansioso
que López, Mendoza, Capriles, Allup, Torrealba (Coloque usted cualquier otro
apellido de su gusto) porque este gobierno caiga, ya que más allá del sentirse optimista,
sembrar la esperanza real que tener un país donde se pueda progresar o incluso
que sus seres queridos vuelvan, usted no va a tener todo el poder en sus manos,
con una oposición -en este caso el PSUV- completamente desmoralizada y
destruida.
La imagen de Pinochet libre y con poder, luego de su derrota
en el plebiscito de 1988, es el mayor ejemplo que la historia latinoamericana nos
ofrece de cómo salir de regímenes asesinos con elecciones y sin echar un tiro.
No se dialoga con quien está de acuerdo contigo, sino con
quien te adversa. Todos debemos entender eso de una buena vez, sobre todo aquellos
que esperan con ansias la primera gota de sangre para darle RT.
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