35 navidades vividas y puedo asegurar que mi vida ha valido la pena, que he construido una serie de historias que vale la pena contar y que el contexto que me tocó vivir me permitió ser una especie de héroe del silencio, sencillamente porque me tocó serlo, tal vez por mi terquedad de no huir de las situaciones difíciles.
Dos torres en el estadio de mi ciudad tienen un significado gracias a mi perseverancia, he sembrado el optimismo y la victoria en una sociedad que merece vivir alegremente y ni hablar de las personas que he podido ayudar. Eso bien vale un documental de Sundance.
En estos días escuché al líder de la oposición venezolana José Torrealba en su programa de radio. Una mujer le llamó y le dijo que lo amaba, esto por el impresionante logro social que significó la victoria electoral del 6 de diciembre. Supe que era en sentido figurado porque él se parece a Shrek y porque en estos tiempos los actos de heroísmo y justicia no enamoran a nadie.
Ser una buena persona, vencer adversidades y nadar en contra de la corriente solo por ser fiel a los ideales de justicia no inspiran amor, no al menos si se es sincero y no se usan las buenas acciones para manipular a la gente.
Durante el tiempo que me tocó vivir, el hombre no sólo debe trabajar y hacer las tareas difíciles del hogar, también debe verse más hermoso que la mujer, tener chocolates en el abdomen o si no ser musculoso, depende de la moda. Es impresionante que esas cosas tan triviales pesen tanto para no estar solo.
Pasa el tiempo y me siento orgulloso de mí mismo y de lo que he logrado, pero sé que mi única compañera será la soledad. Mi certeza es porque en 35 años nadie se ha enamorado de este particular personaje.
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