domingo, 27 de diciembre de 2015

El 18 y el 20 Los fanáticos que construyeron la historia de los Tigres de Aragua

III

Con la llegada de Internet, los Tigres de Aragua crearon su página WEB, a cual era manejada por mi colega y compañero de estudios de periodismo José Daza. La misma poseía un foro, que sirvió como canal de comunicación para que un grupo de fanáticos creara un año antes la Asociación de Fanáticos de los Tigres de Aragua. Hartos de tanto perder, los fanáticos empezaron a intercambiar teléfonos y cuentas Hotmail para intentar construir algo que ayudara al equipo de la cuna de  los mejores deportistas profesionales del país y a la recién nombrada directiva del equipo, encabezada por Rafael Rodríguez Rendón, que había logrado alcanzar una final después de 10 años.

En esa primera temporada hicieron camisas verde y negras para los directivos –alrededor de 25, casi todo el lote de inscritos del primer año-, se construyó una página WEB manejada por Hendrix Galavés y a un pana  a quien recuerdo como “El Chino” y que frecuentemente saludo en las calles de Maracay, y por supuesto nuestra marca de fábrica: Los viajes. Yo estaba desempleado y ahorré para poder pagar el primer lote de inscripción, que incluía una camisa, el carné y una calcomanía.

El contacto lo hice con el usuario Tigrero2002, Douglas Blanco, quien ese año se incorporó al equipo de la página WEB de AFTA. La reunión se realizaría en Las Tablitas, un bar que quedaba cerca de mi casa en Las Delicias, para celebrar el primer año de la asociación. La primera persona que encontré fue a Paiva, un gordito casi albino con quien había estudiado en el Colegio San José. En realidad nunca fuimos grandes amigos en la adolescencia, pero coincidíamos en las horas libres para jugar baloncesto. Siempre me recordó porque yo vestía una camisa de los Tigres con un logo horroroso, mientras nuestros compañeros usaban los uniformes del Milán, el Barsa, la Juve…

Esa tarde me senté a hablar con los miembros de la Asociación: Víctor Apolón, presidente, Antonio Silva, su expresidente, Robert Torres el vicepresidente, José Moreno (Paiva) secretario, no recuerdo al tesorero, pero también estaban Douglas Blanco (vocal en algo), Hendrix Galavés (Otro vocal), Julio César Arévalo, Figueredo (olvidé su nombre) y algún otro personaje que pasó a formar parte de mi familia del béisbol de invierno. Ese día sembré la idea que cómo era posible que un equipo con casi 40 años de historia solo tuviera un número retirado, el 13 de David Concepción, ya que el 11 de Aparicio es de toda la liga.

“En mi opinión deben ser el “Chalao” Méndez, por su brillante defensa y por poseer (en ese momento) los principales récords ofensivos del equipo. Y el otro es Roberto Muñoz, porque es el equivalente en el picheo, además de ser una leyenda del béisbol nacional.


Y aunque los primeros años de AFTA transcurrieron en viajes de borracheras a Valencia, Barquisimeto, Acarigua, ya esta historia comenzaba a agarrar cuerpo.

El 18 y el 20 Los fanáticos que construyeron la historia de los Tigres de Aragua

II

La historia de cómo me hice tigrero comienza casi una década antes de mi nacimiento. Elio Chacón, grande liga venezolano famoso por robar el home del Yankee Stadium en una Serie Mundial, decidió echar raíces en Maracay durante sus años de pelotero activo con el equipo de expansión del estado Aragua. Producto de ello nació mi hermana Criscory, y de su amistad con David Concepción los de mis primos David Alejandro, David Eduardo y Daneska. Su esposa, Dilia Montenegro de Concepción, es prima de mi mamá.

Sobre Elio solo quiero escribir cosas positivas, ya que no conocí al un pelotero cuya carrera culminó por vicios y su matrimonio por infidelidades. Dios sabe por qué hace las cosas y el fracaso de su matrimonio fue la causa de mi llegada al mundo en 1980. Mi primer bate me lo regló cuando tenía cinco años: Fue un premio de “Jugador de la semana” de las Águilas del Zulia, que al palidecer ante otros trofeos profesionales, llegó a mis manos con el peso perfecto para volverlo leña a punta de swings en el patio de la casa de mi abuela.

Chacón también me llevó a entrenar al Parque Metropolitano, me regaló pelotas, bates de aluminio, un guante que aún conservo y como cosa anecdótica, me enseñó a ahorrar. Cuando venía a Maracay se quedaba en el Hotel Italo, nos invitaba a comer en El Portón de la Abuela y me decía “Chamín, préstame una orquídea” (Bs. 500) con la cual pagaba el almuerzo. Antes de regresar a Caracas, me devolvía la Orquidea y me regalaba otra. Gracias a él, compré mi primer gran lujo: Un televisor 18 pulgadas marca Sony a control remoto.

Su salida de los Tigres fue el motivo para que una persona muy importante de mi casa se convirtiera en fanática de las Águilas del Zulia: Mi abuela. Ella atribuía al equipo de nuestro estado –nació en Barbacoas en 1924, cuando ya había dejado de formar parte de Guárico- la ruptura del matrimonio de mi mamá, como quien busca una excusa tonta para no ver la realidad. Sin embargo, eso no motivó a que cuando tuve uso de razón –según mis cálculos, a los 8 años-, preguntara cuál era el equipo de mi ciudad y me dijeron que los Tigres de Aragua, el equipo del esposo de mi prima Dilia.

Ese año los Tigres llegaron a la final contra los Leones del Caracas, la cual perdieron en seis juegos. Nunca lo olvido porque yo quería quedarme en casa viendo el juego, pero mi familia era copeyana y ese domingo se realizó “El Pabellón Verde”, una verbena anual que realizaban los partidarios de Eduardo Fernández para celebrar el cumpleaños del partido político. A propósito, “El Tigre” es caraquista.

Los viejos parlantes del parque de ferias de San Jacinto anunciaban los resultados parciales del encuentro. Como no entendía qué decían, me enteré del resultado al llegar a casa y calarme las burlas de José Visconti en la sección de deportes de El Observador en RCTV. Desde ese día nació mi aversión a los Leones.

Luego me tocó calarme las burlas de mi abuela en las finales del 89 y del 92, cuando fueron las Águilas las campeonas del circuito local. En ambas finales lloré como el niño que era, un niño que se sabía todas las capitales de Sudamérica y del país desde edad precoz, que aprendió a leer a los 5 años gracias a su casi ausente padre y que no entendía por qué en la escuela no le enseñaban la historia de su ciudad, más aun, por qué –ya adulto- cuando como periodista le tocaba organizar ruedas de prensa, estas siempre omitían a la quinta ciudad más poblada del país, pero que incluían a centros poblados más pequeños como San Cristóbal, Mérida, Ciudad Guayana o Puerto La Cruz.

Esa ausencia era más evidente en la historia de los Tigres de Aragua. Por ejemplo, las Hemerotecas –actualmente cerradas- del diario El Siglo y El Aragüeño, no poseen ejemplares del día del debut de los Tigres o de su primer campeonato, sencillamente porque no existían.

En esa época no existía Youtube, donde se puede ubicar y revivir hasta la saciedad el batazo de Alex Romero ante Magallanes, el Tricampeonato en Caracas, La Serie del Caribe en Mexicali, el ponche de Buttó a Bob Abreu y los dos jonrones de Cabrera ante Carlos Silva en Puerto La Cruz. Había que hurgar en las guías de medios y en libros como “Cien años del Béisbol” de Eleazar Díaz Rangel, para encontrar los nombres de los otros protagonistas de la historia de los Tigres distintos a David Concepción.

Esa curiosidad me impulsó a realizar mi trabajo especial de grado, que fue un análisis de las estadísticas de los Tigres de Aragua en la temporada 2001-02, la cual se encuentra en la biblioteca del Museo del Béisbol. Por suerte, ese año el equipo batió todos los récords ofensivos del béisbol venezolano.

Esa idea se me pasó por la cabeza hasta el mes de mayo de 2003, cuando ingresé a la Asociación de Fanáticos de los Tigres de Aragua, cuyas siglas AFTA son la denominación de una enfermedad bucal.

El 18 y el 20 Los fanáticos que construyeron la historia de los Tigres de Aragua

I

El 13 de diciembre de 2015 la directiva de la Fundación Tigres de Aragua, encabezada por Carlos Guillén y David Concepción, realizó el acto formal del retiro del número de Roberto Muñoz, apodado “El Caballo de Hierro” o “El Pluto”, por quienes le conocieron en la ciudad de Maracay, donde vivió por más de 40 años.

La solicitud del retiro de su número 20 y el 18 de Jesús “Chalao” Méndez fue propuesta por un grupo de fanáticos el 18 de diciembre de 2005, 10 años antes. Muñoz era “Echador de broma” y “bocón”, pero consciente de su vejez me dijo a mí en una entrevista disponible en Youtube y a Ramón Corro en el programa “La Voz del Fanático” de Meridiano Televisión, que tal y como rezaba la canción del gran Combo “Lo que me vayan a dar, que me lo den en vida”. Pero que en el caso que así ocurriera, sería muy bonito que sus nietos vieran en las torres del estado de Maracay el número de su abuelo.


Muñoz tuvo una idea de la lucha que representó para ese grupo de fanáticos conseguir esa meta, que efectivamente se consiguió 3 años después de su muerte. Esta historia merece ser contada. Tal vez los apellidos Paiva, Aliendo, Argüelles, Benarroch, Guerrero, Torres, Apolón, Silva, Galavéz, Blanco o Montenegro no son célebres en las espaldas de los uniformes de los Tigres, pero sí en las tribunas del José Pérez Colmenares. Comenzaré con la crónica que puedo contar mejor, ya que la he vivido: La mía.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Y la vida normal, para cuándo?

La vida tiene distintos significados para cada persona. Sin embargo, cada vida se construye según las decisiones que tomamos en el tiempo.

35 navidades vividas y puedo asegurar que mi vida ha valido la pena, que he construido una serie de historias que vale la pena contar y que el contexto que me tocó vivir me permitió ser una especie de héroe del silencio, sencillamente porque me tocó serlo, tal vez por mi terquedad de no huir de las situaciones difíciles.

Dos torres en el estadio de mi ciudad tienen un significado gracias a mi perseverancia, he sembrado el optimismo y la victoria en una sociedad que merece vivir alegremente y ni hablar de las personas que he podido ayudar. Eso bien vale un documental de Sundance.

En estos días escuché al líder de la oposición venezolana José Torrealba en su programa de radio. Una mujer le llamó y le dijo que lo amaba, esto por el impresionante logro social que significó la victoria electoral del 6 de diciembre. Supe que era en sentido figurado porque él se parece a Shrek y porque en estos tiempos los actos de heroísmo y justicia no enamoran a nadie.

Ser una buena persona, vencer adversidades y nadar en contra de la corriente solo por ser fiel a los ideales de justicia no inspiran amor, no al menos si se es sincero y no se usan las buenas acciones para manipular a la gente.

Durante el tiempo que me tocó vivir, el hombre no sólo debe trabajar y hacer las tareas difíciles del hogar, también debe verse más hermoso que la mujer, tener chocolates en el abdomen o si no ser musculoso, depende de la moda. Es impresionante que esas cosas tan triviales pesen tanto para no estar solo.

Pasa el tiempo y me siento orgulloso de mí mismo y de lo que he logrado, pero sé que mi única compañera será la soledad. Mi certeza es porque en 35 años nadie se ha enamorado de este particular personaje.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

El día que cayó el muro de La Victoria

Era una madrugada de sábado… o ya domingo, en medio de una de las clásicas partidas de dominó con mis amigos. Conversaba con uno de los que decidió cruzar el charco sin nada seguro, más que el pasaporte español de su novia, sobre nuestra profesora de alemán, ya que en algún momento pensó en seguir preparándose mientras pasaba esta interminable tormenta.

Les comenté a todos los presentes que Frau Bauman había nacido en Frankfurt, durante los bombardeos de los aliados a los nazis. Su madre dio a luz en su casa rural, muy a pesar de las recomendaciones de acudir a un refugio, ya que sufría de claustrofobia. La hoy anciana vivió a mi edad la caída del muro de Berlín. Les describí tal cual como ella me lo contó “Sencillamente el pueblo vio a los ojos a los militares y le dijeron –imagine esto en alemán- “Marico, vamos a tumbar esa mierda”, a lo que respondieron “Fuego”.

El domingo cayó un muro en Venezuela, el muro de la soberbia chavista, que creía que su forma de ver las cosas sería abrazada por el pueblo por siempre y para siempre, ya que la “otra visión” va a acabar con la humanidad. También cayó el muro de la desesperanza, que llevó a más de uno a criticar a quienes decidieron quedarse en este país echándole bolas, a rescatar a su patria de la miseria y la mediocridad.

Pero no quiero caerle a palos a nadie. Humillar a un chavista más allá de mandarle un meme que simbolice los resultados electorales con alguna relación sexual a la fuerza, o aplicar una ración de bulliying a quienes lo dejaron todo para, desde los más bajo, ayudar a construir a otra nación sin que te reconozcan nada por ser un inmigrante ilegal, nada de es suma buenas voluntades. Hoy el chavista tiene un corto circuito mental –o tal vez empezó a “pensar” y “darse cuenta”- y el otro guarda silencio.

Por eso quiero dejarles en paz y reprender a todo aquel que crea que con la ofensa construiremos un país distinto. Por eso quiero hacer un homenaje a quienes derribamos el “Muro de la Victoria”, o mejor dicho, acabamos con esa barrera que nos impedía ganar, luchando contra las condiciones más injustas posibles y obteniendo una victoria como nunca antes había visto esta nación.

Durante las interminables colas, el pobre y el –mal llamado- clase media se encontraron. La imagen que construyeron los “líderes” (incluyendo a su prócer galáctico) se derribó cuando la chica morena del barrio se encontró con la sifrina de Caurimare en la cola para comprar toallas sanitarias, porque sí, a las mujeres con real también les viene la regla y tienen que usar la marca que hay.

Ese compartir también les hizo entender que en este país, la posición socioeconómica no te salva de la delincuencia, más allá de los iconográficos casos de Mónica Spear e incluso enchufados como Robert Serra, sobre quien los chavistas construyen una leyenda basada en un crimen pasional / homosexual, donde se robaron dólares y armas, esto según un amigo del CCICPC que estuvo en los interrogatorios.

Contra ambos problemas, el gobierno nunca tuvo una respuesta. El pobre se dio cuenta que su adversario no era el chamo que salió a trancar su calle, para que luego un motorizado a sueldo le echara tiros en su propia casa. A propósito, ese gesto de estúpida valentía hizo ganarnos el respeto de quienes desde su pobreza han tenido que confrontar la ley del opresor.

Lo mejor de nosotros mismos

El gobierno solo tuvo excusas. Imágenes mentales como la “guerra económica”, que no era más que unos argumentos tergiversados para evadir su propia responsabilidad. Su propuesta fue la trampa, como clonar una tarjeta electoral, hecho este que obligó a los creativos de la oposición a crear el jingle más pegajoso en la historia de nuestra política: “Abajo, a la izquierda, en la esquina la de la manito”.

Esto se ganó echándole cabeza, ya que no existe problema que la inteligencia humana no sea capaz de comprender y solucionar. Al respecto, Chúo Torrealba habló con quienes trabajaron en el canal de la Unidad en Youtube y les dijo  palabras más, palabras menos, que él estaba consciente de las bolas que le pusieron, y que estos criminales que maneja el Estado venezolano nos obligaron a aportar, a inventar y a sacar lo mejor de nosotros mismos. Porque contrario al discurso oficial, esto lo logramos venezolanos brillantes, pero sobre todo honestos. Y lo hicimos porque quisimos.

Es por ello que en un plano más personal debo rendir homenaje a mi mamá. Siempre cuando escribo sobre motivación lo hago sobre los Tigres de Aragua porque es mucho más mediático, pero la perseverancia y la honestidad la aprendí de ella. También aprendí a decir a cantarle las verdades a mis amigos “sin vaselina” y por sobre todas las cosas a no rendirme. Si ella lo hubiera hecho hace más de 30 años, yo no estaría aquí escribiendo.

Otra cosa que tiene mi mamá es que ella cree que es capaz de armar equipos brillantes. Pues déjeme decirles que esas personas son mis amigos de la infancia. Su trabajo titánico permitió que en pocos años un centro de votación mixto la voluntad cambiara de un 55% a un 75% en favor del cambio, de una Venezuela tal vez igual de jodida, pero que ahora se esfuerza en tomar el camino correcto.

La Victoria

A uno de mis amigos le prometí que escribiría sobre lo jodido que fue sembrar esperanza. A diario converso con gente ñángara, miembros de UBCH y de más y aprendí a reír con ellos. En cambio cuando me tocaba discutir con opositores psicólogos, publicistas, incluso gente de ciencia, parecía que les daba arrechera que les confirmara lo que la calle decía a gritos, que el país era distinto a aquel de las cadenas en televisión, de los subsidios a los viajes al extranjero, de la trácala…

Pero no quise escribir sobre mí en este artículo, ya que aun soy una persona que puede perder su empleo producto de las actuales prácticas del miedo. Algún día, cando seamos realmente libres, comentaré sobre mi contribución a este 8-1 en Aragua. Por eso quiero dedicar estas líneas a la importancia de esta victoria, que se selló en nuestra antigua capital.

Mucha gente me decía que Aragua es un estado chavista. Y los números lo confirman. Yo les explicaba que al hacer un análisis de los 4 circuitos en los que nos dividieron, la distribución de votos era bastante heterogénea. A un amigo de la universidad, a quien encontré en el acto de inicio de la campaña electoral, le comenté que si todo este desastre hacía que el 10% del capital electoral del chavismo volteara el voto, ganaríamos todos los circuitos y que casualmente el más difícil sería el número 3, el de La Victoria. Aun no le he visto, pero debe estar gratamente sorprendido.

En Aragua ganaba el chavismo porque eran ellos la mayoría. De hecho este estado es el termómetro del país, perfecto para hacer proyecciones nacionales. Incluso Caldera ganó aquí en 1993. Por eso era tan necesario, porque tenemos la misma cantidad de diputados del Distrito Capital, porque somos la encrucijada de los pueblos, porque unimos a oriente con occidente, porque nadie es de aquí, pero a su vez siempre brinca un famoso de La Pedrera, del Bario La Democracia, de Caña de Azúcar o del Colegio San José.

Aragua es mi tierra y por ello lucho por ella. Y fue en la ciudad donde nació mi papá donde derribamos el más grande de nuestros muros: El de la desesperanza. Hoy recordé lo que un equipo de béisbol tildado de malo obtuvo una noche en Puerto La Cruz, luego de sobreponerse a una historia de derrotas, a accidentes de tránsito, al estigma de la derrota, me hizo comprender. Transmitir a la gente que en el fondo todo era un problema de estrategia y sobre todo de actitud.


Señores, desde el hogar de nuestra diputada 112, les presento a La Victoria.