jueves, 15 de mayo de 2008

TEODORO Y EL TRACALERO

Me encanta escribir de política, pero en esta oportunidad hablaré no de un izquierdoso arrepentido, sino de uno de los mejores jefes que he tenido.
En mayo del año 2000 inicié mis primeras pasantías como periodista. Un mes antes, el primero de abril, nació el diario TalCual, como una iniciativa de un grupo de inversionistas privados para sacar un nuevo diario vespertino en la ciudad de Caracas. Meses antes, y por una presión al mejor estilo de Blanca Ibáñez y su combo, el presidente Chávez ordenó a la Cadena Capriles la destitución de Teodoro Petkoff como editor del Diario El Mundo, hasta ese momento el único vespertino de Venezuela.
A sabiendas que en sus inicios ese diario necesitaría de mano de obra a bajo costo, metí mis papeles en la publicación y para mi suerte quedé. No me pagaron el mes de Práctica Profesional que estuve en Caracas, pero dejé un buen nombre y buenos amigos. Muy a mi pesar trabajé en la sección de Cultura, la cual considero una pereza.
Tuve la oportunidad de entrevistar a Teodoro para hacer un informe de esas primeras pasantías. En dicha entrevista pude agradecerle lo mucho que hizo durante el segundo gobierno de Caldera, quien es el político que más admiro desde mi infancia.
Dos años después, en pleno mundial de fútbol de Corea / Japón, volví a tocar las puertas del vespertino. Tuve la oportunidad de manejar la página “Sumando Negocios”, lo cual fue una premonición de lo que se convertiría mi vida profesional. Conocí a grandes periodistas, entre ellos Pedro Pablo Peñaloza, Alejandro Botía, Edmundo Bracho, Marcos Salas, Julio César Tovar, Marian Marval, Carla Candia Casado, Alejandro Chacón, Héctor Becerra y por pocos días a Juan Carlos Rutilo, conocida figura hoy día de las transmisiones de fútbol.
Manejar una página de negocios es lo mejor que te pueda pasar, aun si tienes un “empepamiento” por cubrir la fuente deportiva. Durante meses asistía a Test Drives de automóviles, me regalaban agendas electrónicas, impresoras, cualquier cantidad de material POP, y encima de eso sí me pagaron las pasantías.
Mi relación con Teodoro fue muy distante. Siempre saludaba y se despedía cortésmente de sus empleados, a pesar de haberse ganado a pulso la fama de ministro antipático.
En noviembre de ese año, un mes antes del paro, ya la situación económica del país no pintaba bien. Mi jefa, Jean Gabriela Liendo, me dijo que el periódico no tenía cómo ofrecerme un contrato como periodista fijo, por lo cual dejaría TalCual luego de seis meses.
En mi último día en TalCual, a Teodoro le estaban acomodando la computadora de su oficina y tuvo que sentarse a mi lado para escribir su editorial. No encontraba la palabra justa para titular su artículo, hasta que yo le sugerí “tracalero”. Teodoro decidió titular así a sus cuartillas que describían alguna acción política del gobierno de turno. Luego de eso fui a su oficina, se despidió de mí agradeciéndome por mis meses de trabajo y finalmente tuve un almuerzo con mis compañeras de la sección de economía, Delia Meneses, Yorimar Ron y mi jefa.
Me dolió mucho despedirme de Caracas ese mes de noviembre. Ojalá algún día pueda vivir otros 7 meses por allá.

No hay comentarios: