En esa noche de bebedera de caña con mis dos panas –narrada en el enlace “Buenos Días Maracay”-, empezamos a echarnos cuentos subidos de tono. Leopoldo me sugirió que los contara en mi Blog, lo cual aumentaría mis lecturas.
En una oportunidad, un amigo de un amigo –que no soy yo-, y a quien denominaremos Casto Giovanni, se fue con mi amigo “Orteguita”, y su primo El Padre Evencio”, a una casa de montaña perteneciente a la familia de Orteguita con unas promotoras, que son en Venezuela las chicas que trabajan en la promoción de productos en supermercados o eventos públicos. Por su trabajo deber ser siempre muy bonitas, y por culpa de una u otra, se han ganado la fama de fáciles.
Orteguita, como ya dije, puso su casa. Es un rincón paradisíaco con piscina, jacuzzi y a eso de las 6 de la tarde empieza a entrar por sus ventanas una neblina súper agradable. Castro Giovanni puso su carro para trasladar a las muchachas y El Padre Evencio -a quien también llamamos El Caimán porque las manos no le llegan a los bolsillos- no puso nada.
Según cuenta la crónica, llegaron a la casa a eso de las 10 de la mañana. Cada uno cuadró con una de ellas y sorprendentemente fue El Padre Evencio quien coronó primero, sin poner un “bolívar débil” en la rumba. Antes del mediodía, y mientras Castro Giovanni y Orteguita buscaban conversación a las muchachas, ya el Padre Evencio estaba bien acompañado con su muchacha.
Y pasó el medio día, las dos de la tarde, las cuatro, las seis… Y Ortiguita y Castro Giovanni no habían conseguido nada de nada. En eso una de las chicas dijo “Bueno muchachos, nos tenemos que ir”. Tal aseveración despertó la furia de Castro Giovanni, quien fue a su auto y sacó un revolver “¿Quién es la que no va a dar culo aquí?”, expresó el radicalizado muchacho, quien en seguida rompió el hielo con las damas.
Según cuenta el cronista, la rumba continuó hasta el día siguiente. Orteguita, tratando de ser abogado del diablo ante semejante acto de violación, les dijo “pero muchachas, pónganse en nuestro lugar. Las trajimos a un sitio chévere, las tratamos bien…” Evidentemente hasta el sol de hoy no las han vuelto a ver.
Todos estos nombres son en honor personajes de unos unitarios que realizamos en la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA) para una materia audiovisual en la carrera de periodismo.
Para dar más detalles del pana, y entiendan que ese “amigo de un amigo” no soy yo, él ya es un hombre casado y calvo. Perdió el pelo por inyectarse unas hormonas para hacer ejercicios, y ahora se parece al protagonista de la película “Asesinos por naturaleza”.
martes, 20 de mayo de 2008
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