Inicialmente iba a escribir este post en honor al mes más productivo en esta página, con 14 post. No quise continuar con la idea porque en el fondo me pareció estúpida, y no han pasado 28 días desde que me puse tristón por última vez.
Como nadie ha comentado el post de mi pana Castro Giovanni –reconozco que es un humor muy mierda- decidí retomar sus cuentos.
En una oportunidad Orteguita y Castro Giovanni coronaron con unas chamas, que el pana buscaba en las “favelas” de Maracay. Ellas, muy participativas y nada mezquinas, decidieron meterse en un cuarto con los dos amigos, e hicieron desastres.
Castro Giovanni se le ocurrió una propuesta más que indecente. Les dijo a las chamas “¿Ustedes le echarían bolas con mi papá?” A lo que las pícaras jóvenes respondieron “¿Y Cómo es él?” “Igualito a mí, pero más viejo”.
Conteniendo los esfínteres por lo graciosa de la situación, fueron a buscar al viejo, cuyo nombre es el de un conocido árbol de fuerte madera “¿Qué quieren muchachos?” dijo el señor al salir de su habitación conyugal. “Viejo, en el cuarto de Castro Giovanni hay dos chamas esperándole” “¡Me van a dar c…”, dijo con voz graciosa de anciano.
El señor se metió en el cuarto con el par de lobas y a los diez minutos salió la madre de Castro Giovanni “¿Dónde está el viejo?”, dijo con voz de cuaima. Los amigos entre las risas y los nervios no hallaban que hacer.
En eso a Orteguita se le prendió el bombillo “Señora, usted sabe cómo es su hijo. Las muchachas no se le quisieron entregar y les pegó. El viejo, muy amablemente está tratando que las muchachas no vayan a ir a la policía”.
La señora, que conoce a su hijo, creyó en la versión. Orteguita entró a avisar al viejo sobre la situación y lo encontró trabajando con su boca, no precisamente convenciendo a las muchachas de no meter en problemas a los muchachos.
Con el tiempo la pareja se divorció. El viejo se fue a vivir con una morena a Italia y aparentemente su ex esposa nunca se enteró de la verdadera historia.
Como nadie ha comentado el post de mi pana Castro Giovanni –reconozco que es un humor muy mierda- decidí retomar sus cuentos.
En una oportunidad Orteguita y Castro Giovanni coronaron con unas chamas, que el pana buscaba en las “favelas” de Maracay. Ellas, muy participativas y nada mezquinas, decidieron meterse en un cuarto con los dos amigos, e hicieron desastres.
Castro Giovanni se le ocurrió una propuesta más que indecente. Les dijo a las chamas “¿Ustedes le echarían bolas con mi papá?” A lo que las pícaras jóvenes respondieron “¿Y Cómo es él?” “Igualito a mí, pero más viejo”.
Conteniendo los esfínteres por lo graciosa de la situación, fueron a buscar al viejo, cuyo nombre es el de un conocido árbol de fuerte madera “¿Qué quieren muchachos?” dijo el señor al salir de su habitación conyugal. “Viejo, en el cuarto de Castro Giovanni hay dos chamas esperándole” “¡Me van a dar c…”, dijo con voz graciosa de anciano.
El señor se metió en el cuarto con el par de lobas y a los diez minutos salió la madre de Castro Giovanni “¿Dónde está el viejo?”, dijo con voz de cuaima. Los amigos entre las risas y los nervios no hallaban que hacer.
En eso a Orteguita se le prendió el bombillo “Señora, usted sabe cómo es su hijo. Las muchachas no se le quisieron entregar y les pegó. El viejo, muy amablemente está tratando que las muchachas no vayan a ir a la policía”.
La señora, que conoce a su hijo, creyó en la versión. Orteguita entró a avisar al viejo sobre la situación y lo encontró trabajando con su boca, no precisamente convenciendo a las muchachas de no meter en problemas a los muchachos.
Con el tiempo la pareja se divorció. El viejo se fue a vivir con una morena a Italia y aparentemente su ex esposa nunca se enteró de la verdadera historia.