jueves, 1 de septiembre de 2016

La oposición camorrera

De niño estudié en un colegio de curas. Dentro de la “inocencia” de la clase media maracayera, la cual no sospecharía que 20 años después todos los peos de esta ciudad se resolverían a tiros, tenía como entretenimiento el inventar coñazas entre los chamos. Las peleas generalmente terminaban rápido: Ganaba el que metía el primer coñazo en seco en la cara o el que tenía el mejor Tsuki, Mae Geri o Ushiro Geri. Es decir, quien sabía pelear. Como en toda coñaza, quienes “picaban” (Los camorreros) a los irreconciliables enemigos (que seguramente volvían a ser amigos cuando dejaban de chalequear al perdedor de la pelea), casi nunca echaban coñazos. Hoy el opositor, radical y caraqueño, tiene una profunda arrechera porque hoy no hubo un baño de sangre en Caracas, sangre que obviamente no habría sido la suya. Viendo las cosas con objetividad: El gentío fue tan grande que ni los tiros, piedras y piquetes de la Guardia Nacional y el Ejercito evitaron que la gente llegara a Caracas, tanto los indios de Amazonas, como el cura de Anzoátegui, los occidentales que desbloquearon el túnel de la Cabrera y los sufridos aragüeños, víctimas de un gobernador que no solo no vive aquí, sino que nos tiene arrechera. El gobierno no solo fracasó en su agenda violenta, ya hay videos donde se puede observar la monstruosa diferencia entre la marcha oficialista y la opositora solo entre quienes bajaron desde el municipio Libertador a la concentración opositora. El chavismo, refugiado en la pequeña avenida Bolívar (Comparada con la de Valencia, Maracay en extensión o cualquiera de Barquisimeto), se vieron arropados por una multitud nunca antes vista en Venezuela. ¿La MUD manejó mal las expectativas? Pareciera que sí, pero yo creo que no. Ya este año se había realizado cualquier cantidad de protestas para respaldar el proceso revocatorio y ninguna tuvo una significativa afluencia. Hoy la oposición mostró una fuerza de proporciones bíblicas, mientras que el madurismo tuvo que quitar la tarima de Plaza Venezuela porque no le alcanzó la gente. “La culpa es de los líderes mediocres que Venezuela no merece”. Al momento que mucha gente afirmó eso, la mitad de los miembros de Voluntad Popular están presos o escondidos. Si usted cree que la MUD necesita un perfil más radical, métase en Bandera Roja, zámpese dos líneas de perico y vaya a buscar peo en 23 de enero. Es increíble que después de tantas elecciones no podamos entender qué es culpa de nuestros líderes y cuáles cosas son nuestra responsabilidad. Es decir, es hora que la posición asuma su madurez política y entienda que solo se va a la guerra cuando: uno se sabe ganador y tendrá la menor cantidad de bajas posibles. De resto, confronte solo si no existe otra opción. Esa es una máxima que se conoce desde los tiempos de Sun Tzu. Si bien era un escenario que a la MUD se le saliera de las manos la convocatoria y la masa se transformara en multitud (Ocurrió en una muy baja proporción), logró controlar a la mayoría de sus locos y mostró a quien todavía tiene alguna duda, dónde está el futuro bonito de este país. El objetivo de esta convocatoria era despertar a la gente que se ha resignado a hacer su cola por dos potes de aceite y una harina pan. Y aunque dé arrechera volver a marchar el próximo miércoles, tocar la cacerola a las 8:00pm y tal vez que a un loco se le ocurra convocar a otra Bailoterapia (No, eso no), el venezolano debe entender que los derechos no se regalan, sino que se exigen y se conquistan. En lo particular, me siento optimista. No solo se trata de salir de un gobierno sino de reconstruir un país y para eso tenemos la obligación de hacer las cosas bien desde el principio.

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