domingo, 18 de septiembre de 2016

Hablando paja

II: La madurez y el equilibrio

Quien me conoce, poco sabe sobre mi familia paterna. La verdad yo conozco muy poco.

Sin embargo, en mi linaje existen dos “Jon Snow”: Mi abuelo y yo. Él, a quien no conocí, era el hijo de un militar.

Antes del siglo XX, los grados militares se compraban. Me contó mi papá que mi bisabuelo era primo de Francisco Linares Alcántara. En una oportunidad le vendió unas vacas y en compensación, uno de los dos presidentes aragüeños que ha tenido Venezuela, le nombró general.

Hoy los rangos militares se obtienen por ascensos, bueno, al menos antes de la existencia de “El Cartel de los Soles”. Escribí esa pequeña reseña porque las “estructuras” para juzgar o clasificar a las personas son dinámicas y cambian con el tiempo.

Cuando mi hermana terminó la secundaria, “empezar a madurar” significaba ir a Caracas a estudiar, ya que para finales de los 80´s, en Maracay no existían grandes universidades, con la excepción de los núcleos de la UCV, la UC y la UPEL. En mi post adolescencia, “madurar” era tener trabajo para mudarte, comprarte un carro y tal vez una casa. Para la siguiente generación, bastaba con comprarse un carro y hoy significa irse del país, con o sin título universitario.

Con respecto al significado actual de la vida, una amiga me dijo una vez: “Debes darte cuenta que estás viviendo la vida que tus padres quisieron para ti. Para madurar (Ella tiene diez años menos que yo, no tiene carro ni casa), debes perder el miedo a conocer mundo, a poner en riesgo lo que tienes.

No dudo que sus palabras, en cierto contexto, son sabias. Pero a medida que pasan los años, las personas que logran crecer espiritualmente terminan metiéndose a budistas. En mi caso lo hice al leer a Siddhartha. Aquel joven hindú llegó a convertirse en Buda luego de vivir en los extremos.

Por ello, tal vez es difícil que los espíritus libres comprendan a las almas viejas, por mucho que se atraigan, porque jamás te darán la razón hasta vivir en carne propia lo que cuentas. Es difícil transmitir empatía a alguien que no se ha puesto tus zapatos y ha caminado con ellos. Como reza un dicho: Nadie aprende en cabeza ajena.

Pero me refugiaré en mi condición de “Bastardo bueno” para dar a comprender mi punto. Antes de confrontar a Ramsay Bolton y a sabiendas que estaba en amplia desventaja, Jon Snow dijo a su hermana Sansa: “No se trata de lo que deberías tener sino de hacer lo que debes hacer con lo que tienes” (sic).


Madurar no significa hacer lo que los demás hacen. Madurar implica tener las bolas para tomar decisiones y hacerse responsable de ellas, sin echarle la culpa a más nadie. Nadie habría vivido mejor tu vida ni habría tomado mejores decisiones que tú mismo.

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