domingo, 29 de marzo de 2009

27F

Es difícil hablar de un tema sin pasiones en un país donde se utiliza la legalidad según convenga, o donde la justicia siempre ha respondido a tendencias políticas. Pero es deber de este cronista decir la verdad, o al menos la mía.
Hace 20 años yo tenía 7, estudiaba en un colegio de curas y mi hermana en uno de monjas. Recuerdo que ese día suspendieron las clases más temprano que de costumbre y había en el ambiente un olor a bombas lacrimógenas.
Mi mamá me pasó buscando y luego fuimos a buscar a mi hermana, que estudiaba en pleno centro de la ciudad, donde el olor químico era más fuerte. Ella logró ir a la casa de una amiga, a donde la fuimos a buscar más tarde. Esa semana no hubo más clases, y recuerdo pasar a los militares al frente de la casa de mi abuela de la Barraca durante el toque de queda. Es cierto, la gente tenía miedo, pero nadie sabía lo que pasaba. Y nunca se supo.
Cualquier otra cosa que yo diga acerca de ese día sobre lo que ocurrió en Venezuela, es mentira.

Quise escribir esta crónica el mismo 27F, pero no tuve tiempo. Hay dos temas que quisiera discutir, tratando de ser -en lo posible- abogado del diablo –para ambos lados que tienen su “lado” demoníaco-.

Operación Valkiria
Este año Tom Cruise protagonizó una película sobre el último intento de asesinato –que se conoció- a Adolfo Hitler. Según la trama de “Operación Valkiria –y así cuenta la historia- los nazis tenían una estrategia en el caso que Adolfo Hitler muriera, y era sacar a los militares a la calle. Todo país tiene ese plan, incluso los Estados Unidos. En Venezuela, para la ciudad de Caracas, se llama “Plan Ávila”, del cual se generó todo un debate por su posible implementación el 11 de abril de 2002.
La obligación de todo Estado es garantizar el orden público. Si se utilizó la fuerza en exceso, pues los tribunales de los 2 gobiernos que hemos tenido luego de la salida de Carlos Andrés Pérez, debieron buscar a los responsables y encarcelarlos. Pero no lo hicieron.

Nacimiento de una tendencia política
El 27F ha servido para justificar todo, por ejemplo el 4F, 27N, e incluso el ex candidato presidencial Enrique Salas Römer dijo que ese día la gente salió a la calle pidiendo descentralización. La gente salió a saquear por el aumento exagerado de la gasolina, que afectó a los alimentos, bienes y servicios. El robo se convirtió en un “desnalgue” y alguien tuvo que poner orden, de la manera menos deseada.
Nadie puede atribuirse como bandera política las acciones de una multitud fuera de control. Me parece que cualquier persona, de la tendencia política que sea, que en vez de pedir justicia –y teniendo al poder judicial de su parte para hacer lo que le de su regalada gana-, quiera dar un color político al asunto, es un miserable y un hipócrita.

El 27 es una fecha para recordarle a los venezolanos, sobre todo los de clase media, que no se puede ser insensible al tema de la pobreza, y a los políticos, que el populismo tarde o temprano pasa factura.

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