Desde hace días quería escribir sobre la actual dinámica política de nuestro país. Que si el diálogo sirve o no sirve, que si la MUD se sienta a conversar con el gobierno estaría asumiendo una responsabilidad en lo económico que no tiene (Porque quien toma las decisiones es el presidente), o el presunto papel de un “Padrino Mágico” para acabar con la corrupción en Bolipuertos y tal vez, siendo muy optimistas, en la futura realización de un referendo que el gobierno no puede ganar.
Esta semana hablé con un amigo sobre la necesidad que tenemos -todos- en multiplicar nuestros ingresos. El argumento para su búsqueda es muy sencillo: Se nos está yendo la vida sin hacer nada. Somos una generación que, a cambio de viajar barato y comprar Iphones y televisores pantalla plana, no solo renunció a un futuro (hoy presente) con alguna posibilidad de lograr sueños tan simples como adquirir una casa o un auto, aun con una formación superior a nuestros padres, quienes sí lo lograron.
También renunciamos a la posibilidad de poder construir algo, de transformar nuestras ideas en algo sólido y positivo, todo esto porque un grupo de manipuladores (Entre ellos el jefe de campaña, psiquiatra y alcalde de Caracas), nos bombardean con mensajes de desesperanza y se aprovechan de todos aquellos vecinos que, por su incapacidad de perdonar a su mamá, papá, hermano o cercano, que les haya hecho daño, transformarlos en defensores de un sistema diseñado para que una decena (tal vez centenas) de corruptos compren un dólar a 10 bolos.
Hace un año, por ejemplo, ni siquiera estábamos seguros de tener el apoyo de la mayoría del país. Logros tan extraordinarios como ese hoy nos parecen insuficientes.
Hoy nuestro país solo recibe de vuelta a aquellos quienes, por tener un mal plan, debieron regresar a una tierra que en el corto plazo no tiene nada que ofrecerles.
Sé que estamos haciendo las cosas bien. Sé que estamos renunciando a los atajos para evitar el renacimiento de un mensaje retrógrado, que no queremos que otro hombre formado para matar se crea el cuento que es capaz de gerenciar, que las penurias de hoy serán un recuerdo imborrable para quienes insistan en practicar la viveza criolla en el futuro.
Y sé que mientras quienes hoy tienen el mando quieran conservarlo a cualquier precio, el legado de su líder eterno, junto a su mensaje y su “obra” se está enterrando a sí mismo en el basurero de la historia, de donde más nunca podrán salir.
¿Qué está haciendo esta generación? Escribiendo la historia de un grupo brillante de venezolanos que resistió y venció.
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