viernes, 4 de marzo de 2016

Los tres pasos para (re) encontrar la inteligencia venezolana


En mi constante búsqueda de motivos para seguir sembrando la esperanza en mis compatriotas, hoy escribiré sobre 4 venezolanos, quienes han sido responsables de lo mucho que hemos logrado como sociedad, a pesar de lo poco que lo apreciamos. Una vaina loca.

El primer personaje es Willy McKey, semiólogo político, escritor y columnista de Prodavinci. McKey, padre de “La Manito”, escribió un artículo titulado “La cosa está muy dura, pero tengo fe” (o el dilema de ser militante o feligrés), en la cual explica que la religión (muchas veces la política se convierte en eso, por ejemplo cuando embalsamamos ex presidentes) está basada principalmente en el miedo. Tan acertado es su comentario que la fe fue el instrumento de control social más efectivo antes que los griegos y los romanos inventaran la democracia y el derecho.

El también poeta nos explica que hoy el principal mensaje del gobierno es el miedo, el miedo construido en particulares visiones del pasado, tales como “Hace 30 años los pobres comían perrarina”. Yo no dudo que en alguna favela del oeste de Caracas un grupo familiar haya recurrido a eso, aunque el kilo de perrarina (que hoy compro para mis gatos) no es, ni ha sido, significativamente más barata que el de caraotas, pasta, arroz o sardinas. Si un chavista quiere ver miseria, vaya al terminal de Maracay y observe de primera mano el estado en el que viven nuestros pueblos originarios, para quienes no hubo una Misión en 17 años. Yo fui hace 3 semanas.

El miedo suele ser el arma de quien se siente acorralado.

El segundo compatriota es Marco Trejo, otro chamo de 28 años (Mckey tiene 35 igual que yo), quien en su papel de consultor político ideó el jingle “Abajo, a la izquierda, en la esquina la de la manito”, el video de “Mi Querencia” (Confieso me llegó al corazón) y llevó al mundo pop un mensaje político perfectamente contado con imágenes preciosas de nuestra asquerosa capital, cantado por Nacho y un carajo que no es Chino. A ambos le agradezco devolverme algo de lo que he intentado sembrar en mi entorno: Esperanza de un país mejor, hecho por nosotros.

Trejo explicó en una entrevista a El Nacional, realizada luego de la victoria del 6D, la conveniencia de no responder a mensajes que denoten miedo, ya que caer en ese debate solo genera desesperanza. Hablar si de las cosas que hace mal el gobierno, ya que es el descontento el principal motivador en los procesos electorales.

Luego quiero referirme a Laureano Márquez. En su artículo de hoy en el Diario TalCual (Runrun.es y El Carabobeño también lo publican) nos pide exactamente el esfuerzo que debemos dar para salir de esta trampa institucional en la que nos metió “La mejor constitución del mundo”, sí, esa que asigna a la Sala Constitucional del TSJ poderes supraconstitucionales, o tal vez de “Inquisición”. Márquez nos exige buscar una salida inteligente, la cual no sabemos cuál es. Es obvio, no hay problema que la inteligencia humana no pueda resolver, pero debemos sacar lo mejor de nosotros mismos.

Finalmente quiero citar a Chúo Torrealba, líder de la MUD y quien asistió este viernes a Maracay. A un auditorio hambriento de soluciones y que lucha por vencer la desesperanza, le dijo que es increíble que hace dos meses ganamos las elecciones en los barrios de Caracas, Maracay, Valencia, Barquisimeto y en pueblos como la mismísima Sabaneta de Barinas. “Y aun así seguimos pensando como perdedores”, sentenció.
Es cierto, luego que escuchamos la lloradera que nos iban a robar las elecciones, que las máquinas estaban trucadas, que Tiby nunca diría tal o cual cosa… no solo ganamos como lo hicimos en 2007, le echamos una redoblona de güebo a un narco estado petrolero, que solo nos limitó a dos estrategia comunicacionales: Boca a boca y redes sociales.

Torrealba citó a Conan Doyle, no por la inteligencia que tuvo para crear a un personaje como Sherlock Holmes, sino por el odio que sentía por su inolvidable personaje. Doyle quería ser escritor de novelas románticas, pero por hambre tuvo que construir las aventuras del detective inglés, a quien siempre mataba al final de sus aventuras, pero debía revivirle por la aclamación del público.

Doyle murió odiando a su mejor creación. “Se parece a nosotros, cada vez que ganamos o avanzamos, nos dejamos infectar por la desesperanza y volvemos a caer” concluyó el comunicador popular.

Torrealba también tuvo palabras de elogio para Trejo, McKey y los demás venezolanos anónimos responsables de esta odisea de 17 años, pero particularmente por el primero “Ningún asesor de afuera pudo haber hecho un trabajo mejor que ese chamo, porque él es de aquí”.

También tiene razón, la mayoría de los creativos que conozco se creen del primer mundo, dicen ser de izquierda pero no votan por el chavismo, creen que Zapatero lo hizo bien, que Pablo Iglesias sería incapaz de dejar a España peor que Venezuela porque ellos sí son cultos, que en el viejo mundo jamás votarían por un loco que mate a una etnia entera y lleve a su país a una guerra mundial contra dos superpotencias, dejando a un país como Alemania vuelto mierda en 10 años. Y sentarse con un chavista para escucharle, comprender sus motivaciones y hacer cambiar de opinión a una buena parte, menos.


Venezuela exige que nos (re) encontremos con nuestra inteligencia, con nuestra capacidad de encontrar patrones que nos conduzcan a descubrir la salida de nuestro laberinto. Eso es elemental, mi querido Watson.

PD: Los tres pasos serían vencer el miedo, no responder a mensajes que el contrario quiera imponer y sacar lo mejor de nosotros mismos.

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