Regresaba de Puerto Ordaz luego de ver cómo la Vinotinto perdía 3 puntos frente a Paraguay. Aunque creo que en el fondo eso es una gran mentira. Los juegos que duelen son los que se pueden ganar, no si estás en casa o de visitante.
En el camino de regreso, el organizador del viaje recogió en el CC Orinoquia a un compañero de las tribunas del JPC, una de esas tantas personas que me conoce a mi, eventualmente se tomó unas cervezas conmigo pero yo no le recuerdo. Se sentó a mi lado y empezamos a conversar.
Hablamos sobre el desastre que representa la Misión Vivienda Venezuela, no sólo por el hecho de haber admitido en cadena nacional -Maduro- que el costo de producción de cada apartamento es de 50 mil dólares (es decir, con lo que yo compraría un apartamento en Nueva York o un Pent House en Panamá, el estado afirma que es lo que le cuesta entregarme uno en Guasimal, claro, amoblado con Mi Casa Bien equipada) sino el hecho de regalarle a la gente su vivienda.
"Tan fácil que sería ponerles a pagar un impuesto casi simbólico de por vida para financiar las próximas construcciones" decía el ingeniero de PDVSA, afrodescendiente y quien según sus propias palabras, vino de abajo para sacar un título de la central.
Antes de llegar al puente que nos despediría del estado Bolívar, habíamos llegado a la misma conclusión: el socialismo no se trata de igualdad de condiciones, sino de oportunidades. No intenten nunca en escudarse en los niños que nacen con cáncer o leucemia, eso es un debate más religioso que político. Si usted llegó a viejo pelando bolas, es porque usted a lo largo de su vida tomó las decisiones erradas. Eso no es culpa (responsabilidad) del estado, sino suya.
Porque hasta el hombre que nace esclavo, puede decidir si lucha o no por su libertad.
domingo, 11 de octubre de 2015
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