domingo, 4 de octubre de 2015
Una y mil veces más, el Quijote
Según la RAE: Hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo.
Entiendo lo terriblemente difícil que es defender ideas sin parecer terco cuando, según la percepción de un Quijote, se intenta romper los paradigmas ajenos. Cuando usted discuta, o peor, reniegue las ideas ajenas, en el fondo su ego es tan grande como su incapacidad de reconocer que, desde la óptica ajena, hay verdades que usted probablemente no conoce.
Uno de esas imágenes impuestas es la estupidez de etiquetar a la gente buena, honesta e idealista con la izquierda. Una cosa es estar de acuerdo con la igualdad y otra con la mediocridad y la flojera. Por ejemplo, el más grande poeta de nuestro continente, a quien “le gustaba cuando su amante callaba porque estaba como ausente”, abandonó a su hija por padecer Hidrocefalia y apoyó al más grande genocida de la historia… No, no a Hitler, a Stalin, porque cual cobarde solo cerró los ojos ante la verdad.
Y si bien la definición de Quijote prevé la derrota, la verdad es que el futuro es un cuaderno en blanco, donde podremos escribir 50 años más de historia, como nuestra esperanza de vida según la ciencia de hoy en día, y como los años que está cumpliendo nuestro equipo de béisbol favorito.
Y porque tal vez El Quijote no es quien está confundiendo a “Molinos de viento” con “monstruos de La Mancha”.
Desde su percepción, el Quijote tiene razón.
Y el Quijote no huye si el exilio es incapaz de ofrecerle estabilidad y progreso para su vida.
Desde vuestra percepción, el Quijote tiene razón.
“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra” decía nuestro primer Premio Nobel de Literatura, otro humanista que apoyó al más grande asesino del continente. Su concepto es tan anticuado como incompleto, porque es la tierra donde naces la que marca tu gentilicio y tu destino. Huir de ella es huir de tu destino. Y el regreso no es un retroceso, es solo una decisión.
También leí a un amigo escribir equivocadamente –desde mi percepción- que uno es de donde se siente identificado. Yo quisiera ir a Nueva York como turista. Yo nunca podría vivir allí, sencillamente porque los Tigres de Aragua no juegan en Yankee Stadium.
Si eso ocurre, el Quijote tendrá razón desde nuestra percepción.
Ese cielo, ese mar, esos cocales,
ese monte que dora
el sol de las regiones tropicales…
¡Luz, luz al fin! Los reconozco ahora:
son ellos, son los mismos de mi infancia,
y esas playas que al sol del mediodía
brillan a la distancia.
Así describió Pérez Bonalde la vuelta a la patria. Y esa playa y ese sol aragüeño, el socialismo jamás nos lo quitará para repartirlo equitativamente con quien ignore su belleza.
Por mí, por ustedes y por todos, nunca hay que rendirse.
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