Antes de las elecciones del 7 de octubre, escribí un
artículo sobre las posibilidades reales de victoria de Capriles. Dije que perder
por 10% o menos ya era un logro. Recuerdo que las encuestas decían que la
ventaja de Chávez era de más de 20% (Hinterlaces GISXXI), 10% (Datanálisis), Empate
técnico (Consultores 21) y 5 puntos Capriles por encima (Varianzas).
En realidad había pasado tanto tiempo con la última elección
presidencial en 2006 que era difícil prever un escenario cierto. Más aun cuando
en 2007, un año después de la victoria de Chávez sobre Rosales por más de 3
millones de votos, el recién creado partido PSUV perdía la reforma
constitucional por 100 mil votos, según cifras “parciales” del CNE.
Hoy tenemos un escenario fresco: 8.200.000 venezolanos
votaron por Hugo Chávez y 6.600.000 por Henrique Capriles. Dos meses después se
realizaron unas regionales en las cuales a pesar de ganar en 20 estados, el
partido de gobierno sacó poco más de 4 millones de votos frente a más de 3 de
la oposición. Es decir, en un escenario no presidencial y de mayor abstensión,
la ventaja de 10% se mantuvo.
Hugo Chávez, sabiéndose enfermo, prefirió jugar “All In” en
las pasadas elecciones a sabiendas que todos los estudios de opinión pública no
identificaban a un heredero de su liderazgo. Es decir, solo Chávez puede ganar
a una oposición unida, que con su capital político demostrado el 7O, en una
elección presidencial con un índice de abstención bajo de 35% (no el
extraordinario 20% de esas elecciones), Henrique Capriles habría alcanzado la silla
de Miraflores con una ventaja de 1.300.000 votos.
Esos escenarios son posibles, y para ello me baso en mi
terruño, el estado Aragua. Capriles perdió las elecciones presidenciales por 168.000
votos y Richard Mardo la gobernación por 70.000. Sin embargo, la participación
opositora decreció 113.000 votos, en su mayoría por los cantos de fraude y el
dolor por la derrota. Tareck El Aissami como candidato obtuvo 211.000 votos
menos que Chávez (Casi 50%), en su mayoría desmotivados porque el candidato,
además de no ser aragüeño, con mala oratoria y sin propuestas, sencillamente no
era Chávez. Si la oposición hubiera participado en un 80% y no en 60%, ganaba
la gobernación aragüeña.
Aragua es el 6to estado más poblado del país y Maracay la
5ta ciudad más grande. Nunca ha elegido a un gobernador por voto directo que no
provenga de un partido de izquierda (MAS, Podemos y PSUV). En los procesos
electorales en los cuales la oposición ha sacado más votos que el gobierno: Reforma
Constitucional 2007 y Parlamentarias 2010, ha perdido por una ventaja marginal,
cercana al 1%.
Quiero decir que es posible que Capriles, contando con su
capital político del 7O, la imposibilidad que Maduro saque la misma cantidad de
votos que Chávez (Y que la abstención sea de 20% en el chavismo), que así como
pasó en Mérida, se puedan ganar las elecciones en estados sin gobernadores de
oposición, si se recuperan los espacios en Zulia, Carabobo, Distrito Federal y
Táchira, se consolidando Lara y Miranda, se tratando de cerrar la brecha en Aragua,
Anzoátegui y Bolívar, no importa que Maduro cuente con Pdvsa y la bendición de
Chávez, no es descabellado que tendremos un nuevo proyecto de país el lunes 15
de abril.
Dato importante: En las regionales de diciembre Henry Falcón
pudo recuperar al estado Lara y Liborio Guaruya sacó más votos que Capriles en
Amazonas.
Maduro aun cuenta con un punto a favor: La movilización
demostrada el 7O, pero contra ello atenta lo ocurrido el 16 de diciembre,
cuando el PSUV con sus redes de 1 por 10 perdió la mitad de su capital político
sencillamente porque el candidato no era Chávez. Punto importante: Se cuenta
con el mismo Registro Electoral del 7 de octubre.
Si tuviera que ir a un Parley, apostaría a Maduro por la
baja (ventaja menor a 5%). Asusta pensar en cómo se le explicará a un opositor
o a un chavista que su candidato perdió las elecciones por 50 mil votos o
menos. Pero eso le tocará a Tibisay Lucena, suponemos en altas horas de la
madrugada del lunes 15.
No es descabellado pensar que esto ocurrirá en 11 días. Yo
lo quiero ver.
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