Claudio Nazoa
El Nacional / ND
Enero 25, 2010
Según los aztecas, los mayas, Nostradamus y todo tipo de videntes, en el año 2012 se acabará el mundo. Esa es la buena noticia. La mala es que Venezuela es un plan piloto del desastre que nos espera. Es decir, se está haciendo en nuestro país un simulacro del fin del mundo, dirigido por Satanás y su combo.
Me gustaría que algún apoyador de este desastre me explique cómo se puede estar de acuerdo con esta devastación generalizada que estamos viviendo.
opinan los foristas
¿Dónde están los intelectuales de izquierda con quienes combatíamos lo malo de los adecos y los copeyanos, y que, a pesar de eso, nunca nos negaron el trabajo? ¿Cómo es posible que a estas alturas exista gente inteligente justificando lo injustificable en nombre de la supuesta izquierda que representan? ¿Por qué algunos que un día gritaron: “Prohibido prohibir”, se convirtieron en grises funcionarios, sapos vestidos de rojo por fuera y camisas negras fascistas por dentro, y hoy cierran ateneos, teatros y censuran o persiguen a quienes no piensan como ellos? Lo he escrito antes y no me importa repetirlo, pero a los apoyadores de esta demencia, les queda poco tiempo para arrepentirse. Mañana será tarde para poner cara de inocente y decir: “Yo no fui” o “yo no sabía lo que estaba pasando”.
Mírense en el espejo del valiente pero tardío general Baduel cuando se dio cuenta de lo que todos sabíamos menos él. Su compadre, que tanto lo quería a él y a su familia, lo jodió y bien jodido.
Señores intelectuales de izquierda (¿izquierda?), recuerden, ustedes ¡sí saben lo que está pasando! Ustedes sí saben quién es el verdadero fenómeno del Niño destructor de Venezuela.
En este siglo está pasado de moda ser de derecha o de izquierda. Hoy se habla de pueblos felices o sufridos, lo demás son babiecadas para justificar fracasos.
Si Chávez es de izquierda, yo soy de derecha, y si Pinochet es de derecha, yo soy de izquierda, porque Chávez y Pinochet son iguales pero diferentes.
¿Por qué es diferente decir?: “Pobrecito Fidel, enfermo en su cama, o bien hecho que Pinochet pasó sus últimos días de tribunal en tribunal”. ¿Por qué uno es pobrecito y el otro es bien hecho? ¿Por qué los dictadores de izquierda son tan simpáticos y los de derecha tan antipáticos? Cuando de presidentes electos se trata, los de izquierda son bellos y los de derecha feísimos, como el de Chile, que acaba de ser elegido.
Qué bien se ven las revoluciones desde París, sentado en Saint Germain-Des-Pres, tomando una copa de champán o un espumoso café en las calles de Buenos Aires. ¡Qué bien se ve Chávez desde allá, sin tener que calarse las cadenas, las franelas rojas, los militares humillados, los insultos y la cerradera de canales! ¡Qué interesante es la revolución cubana sin tener que buscar comida para sobrevivir o tener una hija graduada en una universidad, que tuvo que meterse a puta para llevar pasta de dientes, toallas sanitarias o jabón a la casa! ¿Dónde está la opinión científica de Funvisis ante la peregrina afirmación de Esteban de Jesús, de que los gringos son los culpables del terremoto en Haití? ¿Es más importante el miedo que la verdad de la ciencia? Somos como niños inocentes que viajamos por la bajada de Tazón en un autobús sin frenos, conducido por un chófer maluco, sordo y ciego, que por mala suerte no es mudo.
A Esteban de Jesús, con su revolución, le está quedando bien chévere el simulacro de la destrucción del mundo.
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lunes, 25 de enero de 2010
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