jueves, 22 de enero de 2015

Paris Hilton vs Nicolás Maduro






En una de esas tantas aplicaciones bobas de Facebook, vi que mi amigo Paolo De Luca (Quien insistentemente defiende la posición de los radicales musulmanes de atacar a cualquier revista francesa de mal gusto que ofenda a Mahoma), hizo un test de inteligencia. Recuerdo que sacó 126 o 128, por lo cual colocó como comentario “Pensé que tenía más” o algo así.

Eso me inspiró a hacer el mismo test, dando como resultado 132. Obviamente no me mofé de mi amigo y menos lo etiqueté en la promoción de Facebook. Por el contrario busqué en google el significado de esa vaina. Según internet (Es decir, Wikipedia y algo más), mi inteligencia es superior al 98% de los humanos y se encuentra entre los parámetros de “Superdotado” o “Genio”. También en google conseguí que yo comparto la misma puntuación que Paris Hilton.

La única vez que hice un examen de verdad fue un test vocacional, en el cual nos hacían varias pruebas de lenguaje, matemática y razonamiento abstracto, que en esa última saqué 100 de 100 –aún conservo la prueba-. La inteligencia humana en parte se mide por la capacidad de un individuo de identificar patrones aun donde no los hay (Esa frase se la escuché a Neil deGrasse Tyson en un episodio de Cosmos) y tal vez en eso –solo en eso- Paris y yo compartimos un talento.

Y no es descabellado que Paris Hilton sea una persona muy inteligente. Ha labrado una fortuna construyendo su propia marca (aunque en algo le ayudó el apellido y ser “socialité”) con el sudor de su… materia gris.

Currículo de Presidente

Según estos test, cualquier persona que pueda aprender a hablar más de un idioma, saque una licenciatura o incluso apruebe un posgrado, debe tener una puntuación superior a 100, que es la media. Ahora ¿qué pasa si la puntuación es inferior?

Una persona con una puntuación entre 70 y 79 no culminaría algún estudio universitario, por lo cual podría dedicarse a chofer.

Entre 50 y 69 difícilmente podría terminar la secundaria. Eso haría posible que ese mismo individuo, aun ejerciendo como canciller por 8 años, nunca aprendiera un segundo idioma.

Si la puntuación se encuentra entre 25 y 49, tendría dificultad para hacer funciones motoras, por ejemplo, andar en bicicleta. Finalmente entre 0 y 24 tendrían problemas para decir ideas coherentes o pronunciar palabras, como Capuskicapubul.

¿Es mi Presidente un retrasado mental o todo es puro teatro? Si la inteligencia se mide por la capacidad de descubrir patrones o secuencias, me parece increíble que 8.500.000 venezolanos no se dieran cuenta lo que 8.300.000 si entendieron a la primera: Un abogado está más preparado para ser Presidente que un chofer de autobús.

Eso explica la incapacidad de nuestro actual liderazgo en tomar decisiones, ya que un verdadero líder tomaría medidas correctas aun en contra de la opinión de sus propios seguidores y teniendo como prioridad el bien de la nación y no el de burócratas.

El fanatismo nos hace ciegos. Convertimos a Venezuela en un país donde mucha gente, cuyo índice de inteligencia probablemente es el doble del Presidente, solo puede aspirar a irse del país, dirigir la empresa del papá o peor (en mi caso) ser burócratas del mismo Estado.

Y sí, pensamos que Estados Unidos es una sociedad decadente, pero en ella una rubia aparentemente cabeza hueca pudo labrar un imperio propio casi sin ayuda de sus padres e impulsada por un video porno y una fragancia, que en teoría, huele a puta. Reconozcamos que nuestra sociedad es mucho más patética.

Dedicado a El Can Sevillano y al Chivo, quienes me pidieron que escribiera sobre esta idea.


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