Hace dos semanas me reuní con 3 jóvenes aragüeños, para crear una plataforma política supra partidos, que pudiera sembrar ideas para una mejor ciudad y un mejor estado. La mitad de la charla transcurrió en chismes, tales como “Borges vendió el golpe azul”, “Mardo es periquero”, “Se dejaron quitar el referendo”, “María Corina está loca” (Allí si estuve bastante de acuerdo) e “Ismael García es ladrón” (En eso también). Y dos de ellos eran de PJ.
En muchas oportunidades he hecho el esfuerzo de hacer entender a los opositores, de una buena vez y por todas, que el jefe de campaña del PSUV es un psiquiatra. Y sin embargo, es increíble como nuestra afición al chisme, que nos permitió rescatar del olvido a dos tigritas y al reggaetonero Kent, nos impide ver que un requisito para ser ministro del chavismo es haberle clavado un coñazo en la cara a Julio Borges.
Según los “iluminati” de la oposición, Borges y Ramos Allup leen en las noches guiones que les mandan desde La Habana en Miraflores. Capriles, inhabilitado por 15 años, es un “bola fría” que no “defendió” su “victoria” ante Maduro en abril de 2013. En estos días, encabezando las marchas, nuestros 112 diputados mandaron a la mierda tanto estiércol que nuestros verdaderos adversarios han sembrado.
Ser consecuentes
Le explicaba a los tres nuevos amigos de la política, que ser consecuentes con las ideas es un valor en la política. Hitler, por ejemplo, comenzó con un puñito de diputados, todos vestidos de Hugo Boss. Y siendo consecuente con sus ideas, logró que la sociedad más culta del mundo le diera la mayoría en el Reichstag, y luego los puso a quemar libros. Por eso, en lo personal, temo mucho de María Corina y de grupos radicales como Orden.
Yo estuve de acuerdo con el diálogo. Hoy, ante la petición del gobierno venezolano, la canciller colombiana respondió que está de acuerdo con rescatar esta figura, pero primero elecciones, reconocimiento de la AN y solución del caso de los diputados de Amazonas. Es decir, que cumplan primero con lo que ofrecieron.
El diálogo fue un proceso impopular, pero necesario. Por eso aplaudo desde lo más profundo de mi integridad a Chúo Torrealba, ya que en política (En en final de Dark Night, se dice que eso es lo que hace los héroes) no se hace lo popular, sino lo correcto. El costo político pagado por haberse sentado con Maduro, lo hizo trizas Freddy Guevara, al caerse a coñazos con un Guardia Nacional, evitando que un joven manifestante fuera detenido.
Estuve de acuerdo con el diálogo, porque la última vez que el pueblo se enfrentó en guarimba al estado, hubo más de 40 muertos, casi todos opositores, el único preso fue Leopoldo López y Maduro siguió gobernando. Claro, el chavismo venía de ganar casi 300 alcaldías, gracias al “Dakazo” (Ahora con más sucursales). Considero que la sangre de algún chamo decente, clase media o pobre, es un precio muy alto por pagar, pero si se tuvo que llegar a esto, no digan que la oposición se negó a un “mal acuerdo” para evitar un “buen pleito”.
El final es una ecuación fácil, pero que no ha sido sencillo de lograrla. El jueves, un amigo bajaba por la Panamericana, allí encontró una tranca, no hecha por opositores sino por chavistas. Un diputado rojo les quitó los reales a los habitantes de un barrio por unas cajas CLAP, que debieron entregarse hace dos meses. Esto termina en el momento en que todos los venezolanos entendamos que el hambre es consecuencia de la sinvergüenzura del presidente y de los jueces del TSJ. Ese “click” está a la vuelta de la esquina.
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