El concepto de “Burbuja social” ha sido utilizado durante
estos años de gobiernos de izquierda, para definir la desconexión entre las
clases pudientes del país y la realidad. El punto cumbre fue el “documental” “Caracas,
ciudad de despedidas”, el cual fue rechazado casi de manera unánime por una
sociedad que sintió el desprecio, por expresiones como “Me iría demasiado”, “Caracas
sería una excelente ciudad, pero sin gente adentro” y “Ojalá pudiera hacer un
origami…”.
Muchas personas consideran hoy que esos “Niños bien” del “Este
del este” caraqueño, fueron -a su manera- unos visionarios, ya que
comprendieron desde su burbuja social -y tal vez mental- lo que estaba
ocurriendo en este país. Jóvenes tal vez vacíos, pero decentes, no encontraban
oportunidades en este país para crecer y, como si fuera poco, eran víctimas de secuestros.
Tal vez quienes vivían en una burbuja, o se hacían los locos ante estos dos
argumentos, era el resto del 99% del país que no estudió en el Champagnat ni en
el Loyola.
El rechazo venial a quien nos dice la verdad de la peor
forma, nos conduce a la soberbia. Por ejemplo, un gobierno que perdió hace un
año una elección por paliza, decide desconocer en la práctica el mandato del
pueblo. Sus opositores, plurales hasta el punto de no ponerse de acuerdo para
nombrar dos rectores del CNE y culpables del pecado de la inacción, el mismo
que llevó a Hugo Chávez al poder, según todas las encuestas triplicaría al PSUV
ante cualquier escenario electoral. En este escenario, los haters de la MUD en
twitter serían los primeros en hacer la cola en su centro electoral, aunque hoy
juren castigar a sus líderes. Esa pendejada nos costó en las pasadas elecciones
regionales calarnos a Rangel Gómez en Bolívar, Vielma Mora en Táchira, El
Aissami en Aragua, Ameliach en Carabobo… Nuestra ruina y la de nuestros
vecinos.
Pero prosigamos con la teoría de la desconexión de nuestros
gobernantes. La negación de la realidad ha llevado al gobierno a montar shows
como el de Delcy Rodríguez en Argentina, o incluso, jugarse lo poco que quedaba
de su capital electoral con la decisión de sacar los billetes de Bs. 100 antes
de poner en circulación el nuevo cono monetario. Una medida que permitió la
entrada a los bancos de cantidades absurdas de dinero de droga, contrabando y
secuestro, dejó desnudo a un gobierno cuyos votantes naturales le maldicen por
robarles su dinero. Rectificar la medida tal vez evite un desastre similar al
de Ciudad Bolívar en Caracas o Maracay, pero el daño de imagen ante quienes los
sostienen, incluyendo los militares, está hecho.
El madurismo subestimó al pueblo. Cree que 90% de los
venezolanos somos Millenials que manejamos teléfonos inteligentes a través de
conexiones de Fibra Óptica en nuestros hogares de 100Mbps, disposición de 4G gratuito
en todo el territorio nacional (imagino que desde routers de internet ubicados
en plazas públicas) y que saben hacer transferencias. También el famoso
paradigma “La gente no forma peo en diciembre” (Claro, si tiene dinero para
comprar su pan de jamón), quedó destruido. Su último bastión electoral, los
pensionados y la gente de los pueblitos, se maneja con efectivo y obviamente no
entiende por qué prohibirle utilizar su dinero va a evitar que una mafia
cucuteña suba el precio del dólar.
En casi 18 años de gobiernos chavistas, jamás se había
tomado una medida impopular para robar al pueblo de una manera tan descarada y
torpe. La brillante estrategia de desmovilizar a la oposición manipulando al
Papa, la convirtieron la estabilidad del gobierno en un arbolito de navidad
decorado con billetes inservibles justo antes de nochebuena.
Y a los opositores haters sin esperanza (Lo único que el
gobierno ha podido sembrar en sus conucos, gallineros verticales y Ley de Tierras)
les digo: En vez que reenviar por whatsapp los audios que aseguran que José
Guerra, la AN y Chúo avalaron el guiso de los billetes (¿?), les invito a
presionar una salida electoral. Es el momento.
La protesta de Ciudad Bolívar comenzó como un reclamo
político y se transformó en un caos manejado por pranes. La verdadera tragedia
de este país no es el desprecio con que el TSJ y Maduro tratan a la AN y el
pueblo, sino que el ejército no está en capacidad de controlar al hampa. La
salida electoral (Incluso luego de una renuncia del presidente hoy posible) es
lo único que puede canalizar a nuestro país por un camino distinto a la
anarquía. Salgamos de nuestra “Burbuja mental” y entendamos que “El Peo” puede traer
consecuencias desastrosas.
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