En esto días acudí a una charla organizada por un amigo en una sede gremial de Maracay. Allí la gente hizo Catarsis, hablaron sobre los presos políticos y expusieron sin darse cuenta un meta mensaje: Aragua debe ser gobernada por los aragüeños.
Un señor mayor tomó la palabra e hizo una exposición que quiero destacar: “Aquí no necesitamos cascos azules, porque tenemos a los cascos blancos. Esta lucha la estamos librando los viejos, porque los jóvenes se están yendo”.
Cuando un gobierno no quiere medirse en democracia, pero sabe que en algún momento deberá hacerlo, al menos como “válvula de escape”, hacer eco de la desesperanza es una buena apuesta para el corto o mediano plazo.
Cuando mi hermana era adolescente, uno debía irse de Maracay para poder estudiar una carrera universitaria. Cuando me tocó a mí tomar esa decisión, ya existían facultades de cualquier cosa en la Ciudad Jardín y la palabra “independencia” se relacionaba a tener una casa y un carro. Yo puedo entender que un joven cercano a los 30 sienta que no tiene un futuro, pero un chamo que está saliendo del liceo y que, cuando se gradúe, Venezuela debería tener un presidente no chavista, el desánimo no solo es un absurdo, es el autogol más grande que nos estamos metiendo como sociedad.
Por eso, más que una viuda de la MUD (Que es una coalición de partidos, no uno de ellos), soy un defensor de la unidad, lo único que nos permitirá salir de esto lo más rápido posible y haciendo las cosas bien. Una cosa es exigir cambios en las estrategias y otra es hacerle el juego al adversario, destruyendo lo mucho que hemos logrado por inmadurez.
Tal vez los que rozamos los 40 no estuvimos a la altura como para destruir un narco régimen izquierdista, militarista y petrolero. Por ello el acompañamiento de los jóvenes, con nuevas ideas, nuevos liderazgos y nuevas formas de ver las cosas, son indispensables para cambiar las cosas. No sigamos sembrando la desesperanza.
El señor canoso de quien hablé en la primera parte de mi artículo, culminó su intervención recordando un gran ejemplo de fracaso en el continente: Cuba. No hizo referencia a los militares empujando el carro accidentado que trasladaba los restos de Fidel, sino a que cuando el líder “radicalizó” su revolución, abrió las puertas para que más de 3 millones de adversarios, en un país que hoy a duras penas supera los 10 millones de habitantes, salieran a Miami. La generación que fracasó no fue la que se quedó luchando, sino los que se fueron e hicieron falta.
2016 fue un año terrible en todo el mundo, no solo para los venezolanos, también, ingleses, norteamericanos, golpistas turcos, comunidad LGBT e incluso los fanáticos de Star Wars. Por eso quisiera terminar con una frase de Rogue One (El título de este post es una), que si bien nos enseña que “La esperanza no es estrategia”, la misma Princesa Leia respondió ante la pregunta:
“¿Qué nos trajo ese mensaje?”
“Esperanza”.
“I am one with the force, the force is with me”.