José María De Viana fue presidente de la empresa de telecomunicaciones
móviles de Venezuela para la cual trabajo. Dejó su cargo seis meses después que
ingresé a esa nómina, una vez se oficializó su traspaso de empresa pública a
privada. Como periodista, tuve la oportunidad de entrevistarlo para un diario
regional -antes que se convirtiera en mi jefe- y doy fe que siempre tenía una
respuesta optimista basada en un argumento cierto.
Malyanito Tigre: Señor De Viana ¿Cómo su empresa afronta el
hecho que son la única que no ofrece GSM?
JMDV: La verdad es que nuestra la plataforma EVDO es la más
extensa y estable del país.
(Edición diario regional de Valencia, 31 de diciembre de 2006,
página C1)
Nota del editor: De hecho, 8 años después de la compra de la
empresa por parte del Estado, que nos convirtió en el 10 mo país con el internet
más lento del planeta y uno de los pocos donde la cobertura LTE es casi
inexistente, el “Legado” de De Viana se mantiene.
Actualmente el personaje es asesor de la presidencia de otra
empresa de telecomunicaciones –que sí ofrece 4G más allá de algunas zonas de
Caracas y Puerto La Cruz- y promueve
algunos seminarios entre empresarios. Su premisa actual es ir preparando al
país para el futuro que se avecina, ante la insostenibilidad económica y
política actual. Por supuesto, habló de los paradigmas educativos.
“Lo primero que hay que hacer es enseñarle al niño que
Venezuela no es un país rico”, dijo en Globovisión la semana pasada. Ese mito de
que el “amarillo” de nuestra bandera es por las riquezas –y no que el azul
representa al océano atlántico que divide el amarillo y rojo de la bandera
española- es un paradigma que ha condicionado al venezolano: Si mi país es
rico, pues debe mantenerme.
Por ello –y por la indiscutible deuda social de 40 años de
democracia y 15 de revolución- en este país no son mal vistas las Misiones, por
el paradigma de “pobrecito, hay que ayudarlo”. Si el pensamiento colectivo
dijera “Nacimos pobres y por ello hay que trabajar”, la respuesta será
enseñarlos a pescar, no regalarles el alimento. Es decir, “mis impuestos/mi
petróleo no puede mantener toda la vida al que no trabaja”.
Si bien es una idea trillada –y nos estamos poniendo viejos
sin poder aplicarla- existen cientos de paradigmas que nos invaden la cabeza,
sobre todo aquellos quienes nacimos en hogares andinos o llaneros, por ser “tradicionalistas”
o “refraneros”. Un punto de cuenta: Los paradigmas no son todos malos, por ejemplo,
casi todo el siglo XX mí país fue gobernado por andinos y los primeros 13 años
del XXI por un llanero.
Recientemente hice un test al respecto, en el cual debía identificar
los “refranes” más comunes en mi educación familiar. Al final del test, el
significado de cada uno. Son los siguientes:
Paradigma Interpretación
Dios aprieta, pero no ahorca (Aguante
mijo)
Mejor quédese en casa, aquí está seguro (No salgas, sé rutinario)
Donde comen uno, comen diez (No
planifiques)
No hay amigos. Los únicos son su familia (No tengas amigos)
La lista era de 60. Obviamente la cantidad de paradigmas con
los cuales me identifiqué es superior, pero hice hincapié en esos cuatro. Los
dos primeros porque creo haberlos canalizado positivamente, por ejemplo, “Dios
aprieta, pero no ahorca”, también significa “El que persevera, vence” y “Mejor
quédese en casa, aquí está seguro” si bien no lo sigo al pie de la letra porque
igualito llego a casa de madrugada, me hizo lo suficientemente paranoico como
para sobrevivir en uno de los países con la tasa de homicidios/asesinatos más
alta del mundo.
Los dos siguientes reflejan mi carácter rebelde, es decir,
hice todo lo posible para no pararle bolas. En los hogares de llaneros, como el
mío, se aparecen muchos “compadres” a los que se les da comida y alojamiento
hasta que se van y no regresan más nunca. Yo si siento que soy una persona
planificada –hasta caer en lo neurótico- y que no deja acumular trabajo. Por otra
parte he desarrollado la capacidad de tener muchos y buenos amigos, aunque
reconozco que no todos mis amigos son buenas personas y que todas las buenas
personas no son mis amigos.
Yo tengo una buena amiga en Tenerife –a propósito, ella sí
es buena persona- y una vez hablamos sobre su “narcisista” o “diva” hermana, quien
también es para mí una persona especial. Le pregunté ¿Qué se siente ser hermana
de Madonna? Y me respondió “El truco es que ella haga las cosas y crea que fue
su decisión”. Ese ha sido el concepto de persuasión más brillante que he
escuchado en mi vida.
La persuasión es un arte maquiavélico. Como reza el plot de la
película Inception: “El virus más potente es sembrar una idea”. Si no me creen,
pregunten a su adversario político más cercano si “Ser rico es malo” y quedarán
sorprendidos de la percepción tan equivocada que se le ha sembrado a media
sociedad sobre el progreso, a quienes se les ha condicionado a ser pobres toda
la vida. Luego hagan una evaluación de hasta dónde llegó esa persona dentro de
la pirámide de las necesidades de Maslow y entenderán que la “pobreza” va más
allá.
Hay paradigmas buenos, superar los malos es crecer como
personas y convertirlos en algo positivo es la realización del ser humano.
Pero nunca juzguemos a quien no pueda salir de sus propios
problemas. El torpe juzga, mientras que el inteligente intenta comprender y
ayuda.