Dentro de las usuales habladeras de pendejadas entre los venezolanos –en eso somos todos unos campeones- hay quienes dicen que el culpable de nuestra eterna crisis, que ya tiene más de 30 años si tomamos como referencia el viernes negro, es el humor criollo. Esa increíble capacidad de reírnos de nuestras desgracias y que nos permite reconocer que, a pesar de la delincuencia, la corrupción y la ineficiencia del Estado, no podríamos ser más felices en otra tierra.
Claro está que con 30 años de crisis en cualquier otro país vecino como Alemania y Francia (vecino de Polonia y de Suiza) se habría desencadenado una guerra civil con innumerables bajas, algún conflicto sangriento internacional/antisemita o nuestro comandante eterno se habría tomado más a pecho aquel mitin que dio en la avenida Bolívar, cuando dijo: “Los blancos esclavizaron a los indios y a los negros, y yo soy negro e indio, es decir, soy zambo” (casi 500 años después de la muerte de Francisco Fajardo y Diego de Losada), convirtiendo al chavismo en un movimiento abiertamente racista –que ya lo es-.
El tema es que hoy vi una entrevista de Andrés Oppenheimer a Chumel Torres, quien es el conductor del programa de Youtube “El Pulso de la República”. El periodista argentino promocionó al mexicano como “una maravilla” que ya cuenta con un millón de suscriptores en su canal de video.
Por supuesto me causó curiosidad, dado a los extraordinarios íconos que tiene el humor mexicano, tales como Cantinflas y Chespirito. Al verlo la verdad me pareció una especie de Alejandro Hernández Show antes de irse a Nueva York a salir del clóset. Es decir, no es malo, pero me llevó a apreciar en mucho a los grandes humoristas y cómicos con los que contamos.
¿Qué puede ser más representativo del venezolano que Er Conde del Guácharo? Un perfecto retrato del oriental (No un maracucho, que según son una raza de extraterrestres que se ligaron primos con primos hasta construir un genotipo barrigón, grosero, sudado y sin nalgas, quienes se escaparon apenas la democracia construyó el puente porque no aguantaban el calor) y del mismo venezolano, demostrando que Benjamín Rausseo es el mejor sociólogo de este país.
Y entiendo que existan buenos humoristas en otros países vecino que no han tenido la proyección de los mexicanos o españoles, pero por ejemplo Don jediondo, La Nena Jiménez (QEPD) y algunos de los que aparecen en “Tardes Felices” de Colombia, a quienes disfrutamos en las camioneticas o CD piratas cuando vamos a San Cristóbal en bus, muchos de sus chistes son genéricos o del mismo Conde adaptados a la realidad del vecino país.
Si lo que les gusta es la imitación, Emilio Lovera y Rolando Salazar tienen un auténtico “Don” de Dios. Hay una anécdota de la Isla Presidencial –fenómeno continental ganador de premios internacionales-, en la cual Emilio o podía encontrar la voz exacta de Maduro y fue Alejandro Noguera (Charly Mata) quien dio en el punto. Todos hijos de aquella cátedra del humor llamada “La Radio Rochela”.
Los monólogos de José Rafael Briceño son la máxima expresión del humor negro nacional. El Chigüire Bipolar escribe las mejores crónicas –y tal vez las más objetivas- de la situación venezolana, que ha encontrado en El Mostacho una vía para echar chistes ajenos a la política. También recuerdo con estima a Jorge Amorín en La Hojilla, cuando se metía en las marchas opositoras a denigrar al escuálido promedio, saliendo en muchas oportunidades con las tablas en la cabeza.
También existen humoristas malos como Luis Chataing, pero rodeados de perfeccionistas con mucho talento –y otros tan malos como él-. Tal vez fue el fracaso de Chataing en Sony con “Ya es mediodía en China” el punto en contra de nuestro humor como producto de exportación, pero también es cierto que este locutor no es el máximo exponente de nuestro país, pero sí el que mejor se ha movido.
Existe una maldición china que dice “ojalá vivas en tiempos interesantes”. Pero qué bendición es vivirlos muertos de risa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario